Capitulo 17

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No, esto no podía ser real.

No podía serlo.

Yo no podía estar embarazada, no podía.

—No...—negué.

Giré mi mirada hacía donde se encontraba mi abuela, ella parecía igual de perpleja que yo.

—No, yo no puedo estar embarazada, no puedo.

—Lo siento mucho.—exclamó la doctora.—Los resultados fueron positivos, igual tengo que informarte, que antes de los tres meses corres menos riesgo en una aborto.—agregó.—Esto te lo digo con el fin, de esa tu idea, y si tu decisión es tenerlo y colocarlo en adopción, también contamos con ello.

¿Aborto?

Esto era mucho información, esto era mucho.

Maldición.

¿Cuando fue la última vez que si quiera?...

Oh no, no. Por favor, no.

Mi cara de horror se intensificó y mi abuela se percató de ello, porque se acercó y comenzó a frotar su mano en mi brazo, en forma de apoyo.

Maldición, no podía ser.

Yo no podía tener un hijo, y menos de él.

Elijah fue muy claro, él no quiere ser padre y si así lo fuera, él ya tiene un hijo, un hijo con Sarah.

Joder.

—Abuela, yo no puedo tener ese bebé.—aseguré.

—Mi pequeña.—exclamó con tristeza.

—No, no puedo.—negué.

Yo no quiero, yo no puedo ser madre.

—Yo siempre respetaré tus decisiones, mi pequeña.—aseguró.—Pero, tienes que tomar una decisión, porque ese bebé que está allí.—señaló mi vientre.—Ese bebé puede ser lo mejor que te podría pasar en la vida.

Yo no puedo, no puedo joderle la vida a un pequeño trayéndolo a esté mundo tan retorcido.

Trayéndolo a mi mundo, no podría, yo no podría convertirme en mi madre, yo no puedo ser ella.

Mi cabeza daba mil vueltas, tenía tantas preguntas y muy pocas respuestas, no estaba segura de lo que iba a suceder más adelanta, solo tenía claro que Elijah no podría enterarse nunca que ese pequeño es de él.

—Necesito dormir...—informé.

La enfermera y mi abuela asintieron, y salieron las dos juntas no sin antes informarme que el doctor vendría en unos minutos por unos chequeos.

—No puedo más...—solloce, me desplomé al escuchar la puerta cerrarse.—Joder, no puedo.

Mis lágrimas caían una tras otras, sin pedirle permiso a las otras, simplemente querían todas salir disparadas, querían desahogarse cayendo rápidamente por mi rostro.

—¿Cuánto más tengo que aguantar?.—pregunté mientras miraba hacia el techo, pensado que algún ser religioso me escucharía y me concediera un milagro.—Joder, me duele.

Yo no podría ser madre, yo no quería dañar a ese pequeño, yo nunca sería buena madre.

Yo no sería una buena madre.

Mis ojos comenzaron a pesar de nuevo, y el sueño invadió todo mi cuerpo con prisa.

Necesitaba dormir, necesitaba morir.

Brulet. (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora