Capítulo 2

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Son muchas las definiciones que se le ha dado a la palabra prostitución.

Según una posición conservadora y demasiada amplia: Prostituta sería
"Toda mujer que tiene relaciones sexuales fuera del matrimonio, en el caso de que estas relaciones se dirigen a la satisfacción de sus deseos sexuales."

Por supuesto que esta definición está bastante alejada a la real.

Otros simplemente prefieren acotar que ser prostrituta es un trabajo cómo cualquier otro.

Cabe destacar que la mayoría, son hombres que vienen y compran nuestros servicios en el Brulet.

¿Conoces alguna otra profesión en la que las personas que la ejercen se enfrenten a una tasa de mortalidad entre 10 a 30 veces superior a la media?

¿O en la que entre el 60 y el 80% de las personas "trabajadoras" sean sometidas regularmente a violencia física o sexual?

Si se trata de un trabajo como otro cualquiera, ¿por qué son muy pocas las mujeres de clase alta lo ejercen?

¿Por qué razón la inmensa mayoría de las personas prostituidas se debe a trata de blancas?

¿Por qué las personas piensan que al acabar con la prostitución incrementarán los casos de violación en el país?

En realidad, es todo lo contrario.

Los hombres, y pocas de las mujeres que vienen al Brulet, compran sexo
simplemente porque saben que es posible hacerlo.

La normalización de la prostitución favorece que se produzcan actos de violencia contra las mujeres al reforzar el mensaje de que las mujeres son productos de consumo.

Pasé diecinueve años intentar entender, hasta comprender la opinión de cada una, de las personas que venían al Brulet, la satisfacción que sienten al saber que están obligando a una chica.

Todos sabemos cuando un orgasmo es fingido, y muchas de aquí lo han actuado tantas veces que ya tienen el monólogo en sus cabezas.

—Ponte más rojo en los labios.—demandó el guardia, asentí y comencé a colocármelo rápidamente.

No obedecer a uno de los guardias, o jefes sería penado dependiendo la gravedad, si era muy grave hablaban con el jerarca, si ellos creían que lo podrían controlar, simplemente nos llevaban al cuarto de castigos.

Hace cinco años esa era prácticamente mi habitación, pasaba más tiempo recibiendo latigazos, o azotea con una correa de cuero qué haciendo cualquier cosa.

Aunque suene retorcido prefería sangrar por el dolor de los azotes, que un tipo viniera y me embistiera cómo quisiera.

—Aurora.—escuché que Ronnie me llamaba.—¿Podrías ayudarme con el maquillaje?.

Asentí y comencé a marcar trazos con mi brocha.

Ronnie era una chica hermosa, sabía que sus pechos eran operados y ellas los odiaba, recuerdo lo mucho que lloró cuando el jerarca la obligó a ponérselos.

—Me gusta ese tono de azul, te luce.—dije.

—Gracias, ese labial combina con el color de tus ojos.

Brulet. (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora