—Aurora.—me llamó Lucas.—Vámonos de aquí, fue mucho para un día.Asentí y limpié mi rostro, fueron demasiadas confesiones.
Mi amigo había muerto por esa hija de puta, ella nunca fue mi amiga.
Lucas sostuvo mi mano en todo momento, estábamos cerca de la salida y por supuesto las cosas en mi vida nunca podían ser sencillas.
Al subir mi mirada solo pude ver unos ojos que conocía muy bien.
Era él, estaba justo ahí.
Los años parecían no afectarle, seguía igual de imponente con ese aire de superioridad que solo él podía transmitir.
Lucas al verlo ensanchó la sonrisa, sabía que no le agradaba verlo y mucho menos que él estuviera cerca de mí.
No podía hablar, no podía moverme.
Por fin uno de los dos habló y hubiera preferido esté silencio porque su voz acababa conmigo, su voz era una maldita tortura para mi cordura.
—Aurora...
—Vámonos, bonita.—pidió Lucas aún con una sonrisa en sus labios.
Al fin Elijah había apartado sus ojos de mí y ahora los tenía en Lucas, si su mirada fuera un arma Lucas ya estuviera muerto.
Maldición, ¿por qué no puedo moverme?.
—Tú no le das órdenes a mi mujer.—escupió Elijah molesto.
Esto era patético.
Ambos comenzarían una pelea para ver quien orinaba más lejos.
¿Por que los hombres siempre tienen que pensar con el pene?
—¿Tu mujer?.—preguntó Lucas mientras retenía una carcajada.—Nguyen hace años que Aurora dejó de ser tu mujer.—agregó.—O cuéntame, ¿Donde estuviste cuando ella te necesitó? ¿Por que nunca tuviste las bolas de sacarla de aquí?, ¿Por qué dejarla aquí cuando sabías que solo la estaban violando?.
Lucas tenía razón, y Elijah lo sabía, pero eso no quitaba que quisiera destrozarle la cara.
Lucas tenía que detenerse o regresaría al hotel con un puñetazo por parte de Elijah.
—Tus demonios nunca te permitirán amar a alguien, nunca te permitirán pensar en otras persona que no seas tú mismo.
—Tú no sabes una mierda de mí.—escupió Elijah.
—Sé lo suficiente Nguyen, sé que eres incapaz de ver luz, tu vida solo fue oscuridad y esperas que la vida de otros también lo sea.—aseguró Lucas.
Joder, ya no quería seguir escuchando nada.
—Lucas, basta.—pedí.
—Eres un hijo de puta, y no voy a permitir que les arruines la vida a ellos.—aseguró molesto.
Elijah no podía hablar, aunque sus ojos estaban cargados de furia sabía que en su interior cada palabra que decía Lucas le daba sentido.
—No quiero estar aquí, Lucas.
Él se detuvo y Elijah volcó su mirada hacia mí.
Lucas sostuvo mi mano y antes de emprender camino hacía la salida, sentí las manos de Elijah.
Sus tacto quemaba, su tacto me dolía pero necesitaba ser fuerte, mi hijo me necesitaba.
—No vuelvas a tocarme.—demandé.
—Aurora...
Me giré para encararlo.
—Basta, no más Elijah.—susurré.—Lucas tiene razón, tú nunca podrás amar a nadie.

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Brulet. (+21)
De TodoObedecer y siempre brindar placer. Podemos hacer tus fantasías realidad, en el Brulet. No importa cuánto grites o intentes huir, el Brulet siempre será más fuerte y donde te escondas te encontrará. -Eres mía, Aurora. -Soy una prostituta.-dije con...