Al subir a mi habitación, mi cuerpo pesaba.No podía creerlo, no podía ser cierto.
El jerarca lo sabía, lo había permitido, ese hombre podía matarme y él lo había permitido.
—Aurora, te están esperando.—gritó Caín desde abajo.
Coloqué en un bolso improvisado la lencería que necesitaba, baje rápidamente con Caín.
En un ágil movimiento mi cuerpo chocó con la pared y su mano se había puesto en mi cuello.
—Mi preciosa Aurora, solo quería acordarte que le suceden a las chicas que desobedecen.—dijo y apretó más mi cuello.—La obediencia siempre será la mejor opción, no pienses, no hables, no hagas nada a nadie le importa lo que una mujer tenga para decir.
No podía respirar seguía apretando cada vez más fuerte mi cuello.
—¿Recuerdas la última vez que intentaste huir del Brulet?—preguntó Caín con diversión.
Fueron muchas las veces que intenté huir del Brulet, siempre me atrapaban antes de lograrlo.
Una vez creí que lo lograría, estaba en la cajuela del carro de Caín, estaba decidida y estuve apunto de lograrlo de no ser porque él abrió la cajuela para sacar una goma nueva.
Ese fue uno de mis castigos más fuertes, fue azote tras, azote.
Fueron tres hombres envistiéndome al mismo tiempo, entrando y saliendo de mí una y otra, y otra vez.
Les suplicaba piedad, y constantemente me decían que la obediencia sería compensada con piedad, y la rebeldía con crueldad.
Soltó el agarre de mi cuello y bajo sus manos a mi sexo, y introdujo sus dedos.
Me removí y lo intenté quitar pero con su mano libre volvió agarrar mi cuello.
—Si tan solo el jerarca me dejara domarte, dejarías esa mirada de rebeldía y ese aire de querer asesinar todo a tu paso.—dijo y movió sus dedos antes de sacarlos.
Una lágrima rebelde resbaló por mi mejilla.
—Te estaremos esperando mañana Aurora, espero no tener que verte en pedacitos.—dijo con burla.—Aunque no te preocupes, aun en pedacitos me haría una buena paja.
Iba a vomitar, eso último me dejó desconcertada.
Sabía lo jodido que era Caín, sabía lo jodido que estaban todos.
El Brulet podía sacar lo peor de todos aquí, aquí hasta el más enfermo tenía lugar y podía ser entendido.
Porque aquí cualquier fetiche, cualquier fantasía podríamos hacerla realidad, aunque eso costará nuestras vidas.
Así cómo ahora, me iría con un tío para cumplir cualquier deseo que él quisiera, porque de no ser así vendría otro tío aún más enfermo a por mí.
Caín me acompañó hasta donde me estaban esperando.
Me quede parada antes de entrar y visualicé todo el interior del Brulet, sentía que estaba despidiéndome, que algo iba a ir mal después de esto.
—Obediencia, entre menos quieras saber, entre menos hables estará todo bien.—susurro Caín.
Su mano agarró mi brazo fuertemente, supuse que trabajaba para el hombre que me había comprado.

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Brulet. (+21)
AléatoireObedecer y siempre brindar placer. Podemos hacer tus fantasías realidad, en el Brulet. No importa cuánto grites o intentes huir, el Brulet siempre será más fuerte y donde te escondas te encontrará. -Eres mía, Aurora. -Soy una prostituta.-dije con...