Puerto de Levon, 18 de mayo de 1888
El velatorio del señor Chassier ocurrió en un día de lluvia, dentro de la catedral de Sierra. Gran parte de la familia extendida del fallecido se había presentado al evento —gracias a la cercanía de sus hogares—, pero lo habían hecho más por obligación que por genuino afecto hacia el Teniente Coronel. De hecho, de toda la multitud sentada en los reclinatorios, apenas su esposa e hijos portaban una actitud entristecida, lúgubres.
Claude sostenía la mano de su madre con fuerza, pestañeando constantemente para no llorar. Anne, por otra parte, ya había desistido de luchar contra sus emociones, dejando sus lágrimas descender por sus mejillas en caudales. Y Jean, queriendo ignorar la pena que lo hundía, había pasado el réquiem concentrándose en observar sus alrededores, mientras más parientes llegaban a la misa a dar su último adiós y un puñado se iban, ya habiendo cumplido con su deber social.
La catedral de Sierra era hermosa, él lo tenía claro. Recibía a los invitados con arcos conopiales góticos en las puertas de entrada, protegía a sus cabezas con elevadas bóvedas de arista —levantadas por columnas corintias—, besaba sus pies con un suelo jaquelado, e iluminaba sus cercanías con grandes ventanas de arcos deprimidos. Pese a estar claramente influenciada por la arquitectura de las grandes catedrales europeas, se diferenciaba de las anteriores por su decoración y artesanía. Sus esculturas, pinturas, mosaicos, vitrales y las montañas de flores que descansaban por doquier, eran mejorías hechas por las propias manos de los porteños; verdaderos tesoros de la cultura local de Levon. Hasta en un día tan sombrío como aquel, sus colores fuertes eran capaces de revigorar los ánimos de las pobres almas que buscaban asilo en sus paredes. El músico fue uno de los que buscó inspiración en su caleidoscópica tonalidad para seguir adelante.
La muchedumbre que estuvo presente en aquel sitio se disipó durante la procesión. El entierro en sí tomó lugar en el Aître Baylon, el cementerio de la iglesia de Pascal Baylon, ubicada a un par de cuadras de la catedral. Al llegar, muy poca gente restaba para despedir al veterano; la mayoría, soldados, policías, guardias, bomberos; amigos uniformados que prefirieron alejarse del militar mientras aún vivía.
Para todos ellos, era decepcionante ver que uno de los padres fundadores de la patria, uno de sus líderes más reconocidos y famosos, terminó prácticamente solo, sin gloria, sin laureles, sin un legado memorable, sin una multitud que lamentara su ausencia, que cubriera su ataúd con guirnaldas y rosas.
Entre las ennegrecidas siluetas de los oficiales, Elise observaba como Marcus Pettra —quien había viajado durante la noche a Levon para decir su adiós— extendía la bandera azul, blanca y verde de las Islas de Gainsboro sobre el féretro, enseguida haciéndole un saludo marcial al fallecido.
—¿A alguno de los presentes le gustaría despedirse? —el Obispo Chassaigne, quien se había encargado de dirigir todo el servicio, preguntó así que el hombre se apartó.
Nadie dijo absolutamente nada. La única persona que se movió luego de indagación, fue su viuda, Anne. Caminó hacia el ataúd y dejó una rosa roja sobre la madera, llevando su vista hacia el cielo.
—Te veo en el infierno, Pete —sonrió, entristecida.
En su cabeza, lo imaginó riéndose de sus palabras, arrugando su nariz, sus mejillas, entrecerrando sus ojos. Lo imaginó como el muchacho que solía ser; jocundo, garboso, carismático, dulce... Como el joven que la había enamorado, a tantos años atrás. Se dejó llevar por la reminiscencia de un amor que había perdido mucho antes de su muerte, y al que había estado extrañando a décadas, sabiendo que jamás regresaría. No solo estaba de luto por la presencia física de Peter, pero por su esencia, a la que nunca logró recuperar en vida.
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Traición y Justicia: Revelaciones
RomanceCon el regreso de su hermano Jean y de su ex esposa Elise, al ministro Claude Chassier no le queda otra alternativa a no ser confrontar al pasado, a sus múltiples errores y a las incontables preguntas de su hijo André; ¿Por qué sus padres se separar...