Caminando junto a ti [PERAYA]

Capítulo 2: Detonación

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Tay. Estaba parado en medio de la habitación, con un par de pantalones en una mano y ropa interior sucia en la otra.

—Uh, ¿limpiando? —le pregunté, metiendo los caballitos de tequila en el lavavajillas.

—Ya vi. Pero... ¿Por qué? —Sonreí, con la espalda hacia Tay. Él iba a patear mi trasero.

—Estoy esperando compañía.

—¿Y?

—El gato.

—¿Eh?

—Krist, Tawan. Invité a Krist.

—Amigo, no. ¡No! No jodas esto para mí, hombre. Por favor no. —Me di la vuelta, cruzando los brazos.

—Traté, Tawan. Lo hice. Pero, no pude. —Me encogí de hombros. —Hay algo en él. No puedo evitarlo.

Su mandíbula se apretó, y luego pisoteó hasta su cuarto, azotando la puerta detrás de él. Terminé de lavar en el lavavajillas, y luego di la vuelta al sofá para asegurarme de que no hubiera ningún envoltorio vacío de condones visible. No sería divertido explicar eso.

El hecho de que había estado con una buena parte de los chicos en la escuela no era un secreto, pero no veía necesario recordárselo cuando él viniera a mi apartamento. Se trataba de la presentación. Se trataba de Kitten, sin embargo, haría falta mucho más que publicidad falsa para meterlo en mi sofá. En ese punto, la estrategia consistía en ir un paso a la vez. Si me centraba en el resultado final, el proceso iba a ser jodido. Él veía cosas. Estaba más lejos de la inocencia que yo; a años luz de distancia. Esta operación era nada menos que precaria.

Estaba clasificando la ropa sucia en mi dormitorio cuando oí la puerta abrirse. Tay generalmente corría abajo en cuanto escuchaba el auto de New antes para ir a recibirlo a la puerta.

—Idiota. —Murmuré, el cierre de la puerta de Tay era mi señal.

Entré en la sala y allí estaba: gafas, el cabello desordenado en la parte superior de su cabeza y lo que bien podía ser una... pijama. No me habría sorprendido si hubiera estado usando ropa sucia. Era tan difícil no reventar en carcajadas. Ni una sola vez un chico había venido a mi apartamento vestido así. Mi puerta principal había visto pantalones ajustados, camisetas abiertas, ¡hasta tops! Pero nunca pijamas.

Su apariencia explicaba inmediatamente porque había sido tan fácil convencerlo de que viniera. Él estaba tratando de darme nauseas para que lo dejará en paz y si no luciera absolutamente sexy hasta con eso, hubiera funcionado, pero su piel estaba impecable, y sus gafas sólo hacían resaltar más el color de sus ojos.

—Ya era hora de que llegaras —dije, dejándome caer en el sillón.

Al principio, parecía orgulloso de su idea, pero cuando hablamos y no dije nada, estaba claro que él sabía que su plan había fracasado. Mientras menos sonreía, más tenía que detenerme para no sonreír de oreja a oreja. Era muy divertido. No podría superarlo. Tay y New se nos unieron diez minutos más tarde. Krist estaba nervioso, y yo estaba malditamente cerca de empezar a delirar.

Nuestra conversación se había dirigido a su duda de que no podría escribir un sencillo trabajo para él, cuestionando mi afición por la lucha. Me gustaba hablar con él acerca de cosas normales. Era preferible a la difícil tarea de decirle que se fuera después de estar con él. Él no me entendía, y yo quería que lo hiciera, a pesar de que parecía enojado.

—¿Quién eres? ¿Jackie Chan? ¿Dónde aprendiste a luchar?

Tay y New parecían estar avergonzados por Krist. Aunque no sé por qué, a mí no me importaba. El hecho de que yo no hablara mucho de mi infancia no quería decir que estuviera avergonzado.