Capítulo 3: Caballero blanco

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Tay se quedó en la puerta como un idiota enfermo de amor, saludando a New mientras él abandonaba el aparcamiento. Cerró la puerta, y luego colapsó en el sillón reclinable con la más ridícula sonrisa en su cara.

—Eres un tonto. —le dije.

—¿Yo? Deberías haberte visto. Krist no podía irse de aquí lo suficientemente rápido. —Fruncí el ceño. No me pareció que Krist estuviera apurado, pero ahora que Tay dijo algo recordé que estaba bastante callado cuando volvimos.

—¿Tú crees? —Tay se echó a reír, tirándose hacia atrás en la silla y sacando él apoya pies.

—Te odia. Ríndete.

—No me odia. Di en el clavo con esa cita... cena. —La ceja de Tay se disparó hacia arriba.

—¿Cita? Sing. ¿Qué estás haciendo? Porque si esto es sólo un juego y arruinas lo mío, te mataré mientras duermes. —Caí contra el sofá y agarré el control remoto.

—No sé qué estoy haciendo, pero no es eso. —Tay lucía confundido. No le iba a dejar saber que estaba tan desconcertado como él.

—No estaba bromeando. —dijo, manteniendo sus ojos en la pantalla de la TV. —Te voy a asesinar.

—Te escuché. —espeté.

Toda la cosa de sentirme fuera de mi elemento me enojaba, y además tenía a Tawan por aquí, amenazándome de muerte. Tay con un flechazo era molesto. Tay enamorado era casi intolerable.

—¿Recuerdas a Kao?

—No es como eso. —dijo Tay, exasperado. —Es diferente con New. Es él indicado.

—¿Sabes eso después de un par de meses? —pregunté dubitativamente.

—Lo supe en cuanto lo vi. —Negué con la cabeza.

Odiaba cuando se ponía así. Unicornios y mariposas saliendo de su trasero, y corazones flotando en el aire. Siempre terminaba con el corazón roto, y luego yo tenía que asegurarme que no bebiera hasta morir durante seis meses. Aunque a New parecía gustarle. Lo que sea. Ningún hombre podría hacerme balbucear y ser un borracho baboso por perderlo. Si no se mantenían alrededor, no valían la pena de todos modos. Tay se levantó, se estiró y luego se encaminó hacia su habitación.

—Estás lleno de mierda, Tawan.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó.

Tenía razón. Nunca había estado enamorado, pero no podía imaginar que eso me pudiera cambiar tanto. Decidí irme a la cama, también. Me desvestí y me tiré en el colchón, exhausto. En el segundo en que mi cabeza tocó la almohada, pensé en Krist. Nuestra conversación se reprodujo textualmente en mi cabeza. Unas pocas veces mostró un brillo de interés. No me odiaba completamente, y eso me ayudó a relajarme.

No estaba exactamente disculpándome por mi reputación, pero él no esperaba que fingiera. Los chicos no me ponían nervioso. Krist me hacía sentir distraído y concentrado, todo al mismo tiempo. Agitado y relajado. Cabreado y malditamente cerca del vértigo. Nunca me había sentido tan en desacuerdo conmigo mismo. Algo acerca de ese sentimiento me hacía querer estar más cerca de él.

Después de dos horas mirando el techo, preguntándome si lo vería de nuevo al día siguiente, decidí levantarme a buscar una botella de Jack Daniel's en la cocina. Los vasos de shot estaban limpios en el lavavajillas, así que saqué uno y lo llené hasta el borde. Después de tragarlo, me serví otro. Lo vacié, puse el vaso en el fregadero y regresé. Tay se encontraba en la puerta de su habitación con una sonrisa en su cara.

—Y así empieza.

—El día que apareciste en nuestro árbol familiar, quise cortarlo.

Tay se rió una vez y cerró su puerta. Caminé hacia mi cuarto, enojado por no poder discutir.

Caminando junto a ti [PERAYA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora