Capítulo 17: Propuesta

54 13 0
                                    

La Harley nos llevó a ningún lugar en particular. El tráfico y la esporádica patrulla de policía que se cruzó en nuestro camino fueron suficiente para mantener mis pensamientos ocupados en un principio, pero después de un rato éramos los únicos en la carretera.

Sabiendo que la noche finalmente terminaría, decidí que en el momento que lo dejará en Golden sería cuando pusiera mi último esfuerzo. Independientemente de nuestras citas de bolos platónicas, si continuaba viendo a Ice, con el tiempo también se detendrían. Todo se detendría.

Presionar a Krist nunca era una buena idea, pero a menos que pusiera todas mis cartas sobre la mesa, había una gran probabilidad de perder a la única persona que me importaba en la vida. Lo qué quería decir y cómo lo diría se reproducía una y otra vez en mi mente. Tendría que ser directo, algo que Krist no podría ignorar o fingir que no escuchó o entendió. La aguja había estado amenazando con llegar al final del medidor de gas por varios kilómetros, así que me detuve en la primera gasolinera abierta con que nos topamos.

—¿Quieres algo? —pregunté Krist sacudió la cabeza, bajándose de la moto. Pasó los dedos por su cabello enredado y sonrió tímidamente. —Déjalo. Estás jodidamente hermoso.

—Sólo si me pones en un vídeo de principio de los ochenta.

Me reí, y luego bostecé, colocando la boquilla en la abertura del tanque de gas de la Harley. Krist sacó su celular para ver la hora.

—Oh, Dios mío, Sing. Son las tres de la mañana.

—¿Quieres que volvamos? —pregunté, mi estómago hundiéndose.

—Será lo mejor.

—¿Todavía iremos esta noche a los bolos?

—Te dije que lo haría.

—Y todavía irás a la fiesta de Sig Tau conmigo en un par de semanas, ¿verdad?

—¿Estás insinuando que yo no cumplo mi palabra? Me parece un poco insultante. —Tiré de la boquilla del tanque de gas y la conecté en su base.

—Simplemente ya no sé lo que vas a hacer.

Me senté en la moto y luego ayudé a Krist a subir detrás de mí. Envolvió sus brazos mí alrededor, esta vez por su cuenta, y suspiré, perdido en mis pensamientos antes de arrancar el motor. Agarré las manillas, tomé aire, y justo cuando tenía las pelotas para decírselo, decidí que una estación de servicio no era el fondo apropiado para desnudar mi alma.

—Eres importante para mí, ya sabes —dijo Krist, apretándome con sus brazos.

—No te entiendo, Kitten. Pensé que conocía a los chicos, pero eres tan jodidamente confuso que ya no sé a qué te refieres.

—Yo no te entiendo, tampoco. Se supone que debes ser el hombre mujeriego del Boone. No estoy recibiendo la experiencia completa de primer año que prometieron en el folleto.

No pude evitar sentirme ofendido. Incluso si fuera cierto.

—Bueno, tú también eres el primero. Nunca había tenido que dormir con un chico para que él quisiera que lo dejará en paz.

—Eso no es lo que fue, Singto.

Arranqué el motor y lo saqué a la calle sin decir una palabra más. Conducir hacia Golden era insoportable. En mi cabeza, me hablé dentro y fuera sobre cómo enfrentarme a Krist tantas veces. A pesar de que tenía los dedos entumecidos por el frío, conduje lentamente, temiendo el momento en que Krist se enterara de todo, y luego me rechazara por última vez.

Cuando nos detuvimos frente a la entrada de Golden Hall, mis nervios se sentían como si hubieran sido cortados, prendidos en fuego y dejados en un lío, destrozado.

Caminando junto a ti [PERAYA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora