Capítulo 10: Roto

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No le tomó mucho tiempo a Lay averiguar que yo no era buena compañía. Sostuvo las próximas cervezas mientras me sentaba en mi silla habitual en el bar The Red.

Las luces de colores se perseguían unas a otras por la sala, y la música era casi lo suficientemente fuerte como para ahogar mis pensamientos. Mi paquete de Marlboro casi había desaparecido, pero esa no era la razón de la sensación de pesadez en mi pecho.

Unos pocos chicos habían ido y venido, tratando de entablar conversación, pero no pude levantar mi línea de visión desde el cigarrillo medio quemado posado entre mis dedos. La ceniza era tan larga que era sólo cuestión de tiempo hasta que se desvaneciera, así que solamente miré las brasas que quedaban, parpadeando contra el papel, tratando de mantener mi mente alejada de la sensación de hundimiento que la música no podía ahogar.

Cuando la multitud en el bar disminuyó y Lay no se movía a mil kilómetros por hora, dejó un vaso vacío delante de mí y luego lo llenó hasta el borde con Jim Beam. Lo agarré, pero cubrió mi pulsera negra de cuero con sus dedos tatuados que deletreaban "baby doll" cuando mantenía sus puños juntos.

—Está bien, Sing. Cuéntame.

—¿Qué? —pregunté, haciendo un débil intento de alejarme. Negó con la cabeza.

—¿El chico? —El vaso tocó mis labios e incliné la cabeza hacia atrás, dejando que el líquido quemara mi garganta.

—¿Qué chico? —Lay puso los ojos en blanco.

—¿Qué chico? ¿En serio? ¿Con quién crees que estás hablando?

—Está bien, está bien. Es Kitten.

—¿Kitten? Estás bromeando. —Me reí una vez.

—Krist. Él es un gato. Un gato endemoniado que me jode tanto la cabeza que no puedo pensar con claridad. Ya nada tiene sentido, Lay. Cada regla que he hecho se ha roto una por una. Soy un blandengue. No... peor. Soy Tay. —Lay se rió.

—Sé amable.

—Tienes razón. Tay es un buen tipo.

—Sé amable contigo mismo, también —dijo, lanzando un trapo sobre la mesa y pasándolo en círculos. —Enamorarte no es un pecado, Sing, Jesús. —Miré a mí alrededor.

—Estoy confundido. ¿Estás hablando conmigo o con Jesús?

—Lo digo en serio. Así que tienes sentimientos por él. ¿Y qué?

—Me odia.

—Nah.

—No, lo he oído esta noche. Por accidente. Piensa que soy una basura.

—¿Él dijo eso?

—Más o menos.

—Bueno, más o menos lo eres. —Fruncí el ceño.

—Muchas gracias. —Extendió las manos, con los codos sobre la barra.

—En base a tu comportamiento en el pasado, ¿no estás de acuerdo? Mi punto es... tal vez por él, no lo serías. Tal vez por él podrías ser un hombre mejor. —Sirvió otro trago y no le di la oportunidad de detenerme antes de tragarlo.

—Tienes razón. He sido un cabrón. ¿Puedo cambiar? Joder, no lo sé.

Probablemente no lo suficiente como para merecerlo. Lay se encogió de hombros, tapando la botella y colocándola en su lugar.

—Creo que deberías dejar que él decida eso.

Encendí un cigarrillo, tomé una respiración profunda, y agregué más bocanadas de humo a la habitación ya turbia.

Caminando junto a ti [PERAYA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora