Capítulo 27: Fuego y Hielo

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El humo se había vuelto ineludible. Sin importar la habitación en la que me hallara, cada respiración era poco profunda y caliente, quemando mis pulmones.

Me incliné y agarré mis rodillas, jadeando. Mi sentido de orientación estaba debilitado, tanto por la oscuridad, como por la real posibilidad de no ser capaz de encontrar a mi novio o a mi hermano antes de que fuera tarde. Ni siquiera estaba seguro de si podría encontrar mi camino de vuelta.

Entre los ataques de tos, escuché un sonido de golpeteo viniendo de la habilitación continua.

—¡Ayuda! ¡Alguien ayúdeme!

Era Krist. Determinación renovada vino a mí y me arrastré hacia su voz, avanzando a tientas a través de la oscuridad. Mis manos tocaron una pared, y luego me detuve cuando sentí una puerta. Estaba cerrada con llave.

—¿Kitty? —grité, jalando la puerta.

La voz de Krist se volvió más aguda, incentivándome para dar un paso hacia atrás y patear la puerta hasta que se abrió. Krist estaba parado sobre un escritorio justo debajo de la ventana, golpeando sus manos contra el vidrio tan desesperadamente, que no se dio cuenta que yo había irrumpido en la habitación.

—¿Kitten? —dije, tosiendo.

—¡Singto! —gritó, lanzándose del escritorio y contra mis brazos.

Ahuequé sus mejillas. —¿Dónde está Perth?

—¡Él los siguió! —gritó, lágrimas corrían por su rostro—. ¡Intenté que viniese conmigo, pero no lo hizo!

Miré hacia debajo del salón. El fuego se disparaba hacia nosotros, alimentándose de los muebles cubiertos que estaban alineados en las paredes.

Krist miró boquiabierto la horrible vista y después tosió. Mis cejas se fruncieron, preguntándome donde demonios estaba él. Si estaba en el final del corredor, no tendría oportunidad. Un sollozo brotó de mi garganta, pero la mirada de terror en los ojos de Krist lo forzó a apartarse.

—Vamos, voy a sacarnos de aquí, Kitty. —Presioné mis labios contra los de él en un rápido y firme movimiento, luego subí a la cima de su improvisada escalera.

Empujé la ventana, los músculos de mis brazos temblando mientras empleaba toda mi fuerza restante contra el vidrio.

—¡Aléjate, Krist! ¡Voy a romper el vidrio!

Krist se apartó un paso de mí. Levanté el brazo con el codo doblado y mi puño en alto, y dejé salir un gruñido mientras lo clavaba con fuerza en la ventana. Vidrios se hicieron añicos, y estiré mi mano.

—¡Vamos! —grité.

El calor del fuego se apoderó de la habitación. Motivado por terror puro, levanté a Krist del suelo con un brazo, y lo empujé hacia afuera.

Me esperó arrodillado mientras yo salía trepando, y luego me ayudó a levantarme. Sirenas sonaban desde el otro lado del edificio. Luces rojas y azules de camiones de bomberos y carros de policías bailaban a lo largo de los ladrillos en los edificios continuos.

Tiré a Krist conmigo, corriendo a toda velocidad hacia donde un montón de gente estaba parada en frente del edificio. Hojeamos las caras cubiertas de hollín buscando a Perth mientras gritaba su nombre. Cada vez que llamaba a gritos, mi voz se quebraba más. No estaba allí. Revisé mi teléfono, esperando que él hubiera llamado. Viendo que no lo había hecho, lo cerré de un golpe.

Acercándome a la desesperanza, cubrí mi boca, inseguro de qué hacer a continuación. Mi hermano se había perdido en el ardiente edificio. No estaba afuera, conduciendo a una sola conclusión.

Caminando junto a ti [PERAYA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora