Caminando junto a ti [PERAYA]

Capítulo 13: Porcelana

Krist no se quedó en el baño mucho tiempo. En realidad, no podía dejar el apartamento lo suficientemente rápido. Traté de no dejar que me afectará. Krist generalmente se volvía loco cada vez que algo serio ocurría.

La puerta principal se cerró y el coche de New salió del estacionamiento. Una vez más, el apartamento parecía sofocante y demasiado vacío al mismo tiempo. Odiaba estar allí sin él y me pregunté que hubiera hecho yo antes de conocernos. Pasé por encima de una pequeña bolsa de plástico de la farmacia que recogí hace un par de días. Había subido algunas fotos de mí y Krist desde mi teléfono y pedí algunas impresiones. Las paredes blancas, finalmente tuvieron un poco de color. Justo cuando la última foto fue clavada en su lugar, Tay llamó a la puerta.

—Oye, hombre.

—¿Sí?

—Tenemos cosas que hacer.

—Lo sé.

Fuimos en coche hasta el apartamento de Gulf, mayormente en silencio. Cuando llegamos, Gulf abrió la puerta, con al menos dos docenas de globos. Las cuerdas largas de plata soplaron en su rostro, y las apartó, escupiendo algunas de los labios.

—Me preguntaba si ustedes habían cancelado. Mild está trayendo la tarta y el licor.

Caminamos junto a él en la sala. Sus paredes no se veían muy diferente de las mías, pero su apartamento o bien estaba "totalmente amueblado" o consiguieron el sofá del Ejército de Salvación. Gulf continuó:

—Pedí a algunos novatos que consiguieran algo de comida y los parlantes de Mac. Uno de los chicos Sigma Cappa nos prestó algunas luces, no te preocupes, no los invite. Le dije que era para una fiesta del próximo fin de semana. Deberíamos prepararla.

—Bueno —dijo Tay. —New se volvería loco si llegara y nos encontrara aquí con un grupo de chicos que no conoce y de una hermandad. —Gulf sonrió.

—Los únicos invitados aquí serán algunos de los compañeros y compañeras de clase de Krist y las novias de los chicos del equipo. Creo que a Krist le va a encantar. —Sonreí, viendo a Gulf extendiendo los globos en el techo, dejando que las cuerdas cuelguen.

—Yo también lo creo. ¿Tawan?

—¿Sí?

—No llames a Ice hasta el último minuto. De esta manera, lo invitamos, pero si viene, al menos no va a estar aquí todo el tiempo.

—Lo tengo. —Gulf tomó aliento.

—¿Quieres ayudarme a mover muebles, Sing?

—Claro. —le dije, siguiéndolo a la otra habitación.

El comedor y la cocina eran una habitación, y las paredes ya estaban llenas de sillas. La barra tenía una hilera de vasos limpios de chupitos y una botella sin abrir de Patrón. Tay se detuvo, mirando la botella.

—Esto no es para Krist, ¿verdad? —Gulf sonrió, sus dientes blancos en contraste con su piel tostada.

—Uh... sí. Es una tradición. Si el equipo de fútbol está montándole una fiesta, él tendrá que seguir el ritmo del equipo.

—No puedes hacerlo beber tantos tragos —dijo Tay. —Singto. Dile. —Gulf levantó la mano.

—No estoy haciéndole hacer nada. Por cada trago que beba, tendrá un billete de cien. Es nuestro regalo para él. —Su sonrisa se desvaneció cuando vio el ceño fruncido de Tay.

—¿Tu regalo es una intoxicación por alcohol? —Asentí una vez.

—Veremos si él quiere tener un cumpleaños de tragos por cien dólares, Tay. No hay nada malo en eso.