Capítulo 15: Mañana

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Dos semanas. Eso era todo lo que me quedaba para, ya fuera, disfrutar el tiempo que nos quedaba juntos, o de algún modo demostrarle a Krist que yo podía ser quién él necesitaba. Me volví encantador; quité todos los inconvenientes; no repare en gastos. Fuimos a los bolos, a cenar, a almorzar, y al cine. También pasamos tanto tiempo en el apartamento como era posible: rentábamos películas, ordenábamos comida, cualquier cosa para estar a solas con él. No tuvimos ni una sola pelea.

Save llamó un par de veces. Aunque hice un buen papel, él no estaba feliz con cuán cortas eran las peleas. Dinero era dinero, pero yo no quería desperdiciar el tiempo estando lejos de Kitty. Él estaba más feliz de lo que nunca lo había visto, y por primera vez, me sentí como un ser humano normal y completo, en vez de un hombre enojado y roto.

En las noches, podíamos recostarnos y acurrucarnos como una vieja pareja de casados. Entre más se acercaba la última noche, más luchaba por mantenerme optimista y pretender que no estaba desesperado por mantener nuestras vidas del modo en el que estaban.

La noche anterior a la última, Krist optó por cenar en Pizza Shack. Todo era perfecto: las migajas en el suelo rojo, el olor a grasa y especias en el aire, menos el desagradable equipo de fútbol. Perfecto pero triste. Era el primer sitio en el que íbamos a cenar juntos. Krist se rió mucho, pero nunca se abrió. Nunca mencionó nuestro tiempo juntos. Todavía en esa burbuja. Todavía inconsciente. Que mis esfuerzos estuvieran siendo ignorados algunas veces era exasperante, pero ser paciente y mantenerlo feliz era la única manera en la que tenía alguna oportunidad de tener éxito.

Él se durmió aquella noche con bastante rapidez. Mientras dormía a tan sólo unos centímetros, lo observé, tratando de guardar su imagen en mi memoria. La manera en la que sus pestañas caían contra su piel; la manera en la que su húmedo cabello se sentía contra mi brazo; el frutal, limpio olor que emanaba de su aromatizado cuerpo: el apenas audible ruido que su nariz hacía cuando exhalaba. Estaba tan tranquilo, y se había acostumbrado a dormir en mi cama. Las paredes rodeándonos estaban cubiertas con fotos de Krist en la época en la que estaba en el apartamento. Era oscuro, pero cada una estaba relacionada a un recuerdo. Ahora que finalmente se sentía como casa, se iba a ir.

La mañana del último día de Krist aquí se sentía como si fuera a ser tragado por el dolor, sabiendo que él empacaría a la mañana siguiente para irse a su dormitorio. Kitty estaría alrededor, tal vez me visitaría ocasionalmente, probablemente con New, pero estaría con Ice. Estaba al borde de perderlo. El sillón crujió un poco mientras me balanceaba adelante y atrás, esperando a que se despertará. El apartamento estaba en silencio. Demasiado silencioso. El silencio pesaba sobre mí.

La puerta de Tay chilló mientras se abría y cerraba, y los pies descalzos de mi primo golpearon contra el suelo. Su cabello estaba levantado en todas las direcciones y sus ojos entrecerrados. Procedió a sentarse en la silla para dos, y me observó por un rato debajo de la capucha de su sudadera. Podría haber estado frío. No me di cuenta.

—¿Sing? Lo vas a ver de nuevo.

—Lo sé.

—Por la mirada en tu cara, no creo que lo sepas

—No será lo mismo, Tawan. Vamos a vivir diferentes vidas, a separarnos. Él estará con Ice.

—Tú no sabes eso. Ice mostrará lo imbécil que es. Él se dará cuenta.

—Entonces alguien más como Ice. —Tay suspiró y puso una pierna en el sofá, sosteniéndolo por el tobillo.

—¿Qué puedo hacer?

—No me había sentido así desde que mamá murió. No sé qué hacer —dije ahogado. —Lo voy a perder. —Las cejas de Tay se juntaron.

—Así que vas a renunciar a pelear, ¿eh?

Caminando junto a ti [PERAYA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora