Capítulo 4: Distraído

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La decisión fue loca, pero también liberadora. Al día siguiente entré a la cafetería y sin pensarlo dos veces, me senté en el asiento libre frente a Krist. Estar a su alrededor era natural y fácil, y aparte de tener que soportar las insistentes miradas de la población estudiantil en general, e incluso la de algunos profesores, a él parecía gustarle que lo hiciera.

—¿Estudiaremos hoy, o qué?

—Lo haremos. —dijo, imperturbable.

La única cosa negativa acerca de salir como amigos era que cuanto más tiempo pasábamos juntos, más me gustaba. Era difícil olvidar el color y la forma de sus ojos, o el olor a perfume en su piel. También otras cosas, como cuán blancas eran sus piernas y los colores que vestía con mayor frecuencia. Incluso tenía una muy buena idea de en qué momentos no debería darle mierda extra.

Aunque Krist no era exigente y al menos había empezado a relajarse alrededor de mí, la única cosa que parecía afectarlo eran las ocasionales preguntas acerca de nuestra relación, pero tan pronto como me ocupé de eso, él lo superó.

Cuanto más tiempo pasaba, la gente especulaba menos. Comíamos juntos la mayoría de los días, y por las noches cuando estudiábamos, lo llevaba a cenar. Tay y New nos invitaron a ver una película una vez. Nunca fue incómodo, nunca hubo una pregunta de si éramos más que amigos. No estaba seguro de cómo sentirme respecto a eso, especialmente desde mi decisión de no perseguirlo de esa manera, aunque claro eso no me impidió fantasear sobre él gimiendo en mi sillón, hasta que una noche lo vi con New empujándose y haciéndose cosquillas en el apartamento, y entonces me lo imaginé en mi cama.

Necesitaba sacarlo de mi cabeza. La única cura era dejar de pensar en él el tiempo suficiente para buscar a mi próxima conquista. Unos pocos días después, un rostro familiar me llamó la atención. Lo había visto antes con Nat. Plustor era bastante caliente, nunca perdía la oportunidad de coquetear con cualquiera que el supiera que era gay, y era muy bocazas acerca de odiar mis entrañas. Afortunadamente me tomó treinta minutos, y una invitación tentativa a The Red para llevarlo a casa. Apenas había cerrado la puerta antes de que estuviera quitándome la ropa. Hasta allí llegaba el profundo pozo de odio que había albergado hacia mí el año pasado.

Se fue con una sonrisa en el rostro y decepción en los ojos. Todavía tenía a Krist en mi mente. Ni siquiera el cansancio post—orgasmo iba a solucionarlo, y sentí algo nuevo: culpa.

Al día siguiente, corrí a la clase de historia y me deslicé en mi escritorio junto a Krist. Ya había sacado su laptop y su libro, apenas reconociendo mi presencia cuando me senté. El salón de clases estaba más oscuro de lo usual; las nubes privaban a la habitación de la luz natural que solía entrar por las ventanas. Empujé su codo, pero no estaba tan receptivo como siempre, así que tomé el lápiz de su mano y comencé a garabatear en los márgenes. Tatuajes, mayormente, pero escribí su nombre en unas letras geniales. Me miró con una sonrisa apreciativa. Me incliné y le susurré en el oído:

—¿Quieres almorzar fuera del campus hoy?

—No puedo. —susurró.

Escribí en su cuaderno:

¿Por qué?

Porque tengo que hacer uso de mi plan de comidas.

Pura mierda.

De verdad.

Quería discutir, pero me quedaba sin espacio en la página.

Bien. Otra comida misteriosa. No puedo esperar.

Sonrió, y disfruté ese sentimiento de "por encima del mundo" que experimentaba cuando sea que lo hiciera sonreír. Unos pocos garabatos y un dibujo legítimo de un dragón después, el profesor nos dejó salir de la clase. Arrojé el lápiz de Krist en su mochila mientras guardaba el resto de sus cosas, y luego caminamos hacia la cafetería.

Caminando junto a ti [PERAYA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora