Capítulo 20: A veces se gana y a veces se pierde

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Krist apenas habló mientras empacábamos, aún menos en el camino hacia el aeropuerto. Miró al vacío la mayor parte del tiempo a menos que uno de nosotros le hiciera una pregunta. No estaba seguro de si se estaba ahogando en la desesperación, o simplemente se concentraba en el desafío que se avecinaba.

Registrándonos en el hotel, New hizo todos los tramites, mostrando su identificación falsa, como si lo hubiera hecho mil veces antes. Se me ocurrió, entonces, que probablemente lo había hecho antes. Las Vegas era donde habían adquirido dichas identificaciones impecables, y el por qué New nunca parecía preocuparse por lo que podría manejar Krist. Habían visto todo antes, en las entrañas de la ciudad del pecado.

Tay era un turista inconfundible, con la cabeza hacia atrás, sorprendido frente al techo ostentoso. Sacamos nuestro equipaje en el ascensor, y puse a Krist a mi lado.

—¿Estás bien? —pregunté, poniendo mis labios en su sien.

—No quiero estar aquí —se ahogó.

Las puertas se abrieron, revelando el intrincado dibujo de la alfombra que alineaba el pasillo. New y Tay fueron por un lado, Krist y yo por el otro. Nuestra habitación estaba al final del pasillo. Krist metió la llave electrónica en la ranura, y luego abrió la puerta. La habitación era enorme, empequeñeciendo la cama extragrande en el centro de la habitación.

Dejé la maleta contra la pared, presionando todos los interruptores hasta que la cortina gruesa se separó para revelar el tránsito, luces intermitentes y el tráfico de La Franja de las Vegas. Otro botón apartó un segundo conjunto de cortinas transparentes. Krist no prestó atención a la ventana. Ni siquiera se molestó en levantar la mirada. El brillo y el oro habían perdido su lustre por sus años anteriores.

Puse nuestro equipaje en el suelo y miré alrededor de la habitación.

—Esto es lindo, ¿verdad? —Krist me miró. —¿Qué? —Abrió su maleta en un solo movimiento, y sacudió la cabeza.

—Estas no son vacaciones, Singto. No deberías estar aquí.

En dos pasos, estuve detrás de él, envolviendo mis brazos alrededor de su cintura. Él era diferente aquí, pero yo no lo era. Todavía podía ser alguien con quién podía contar, alguien que pudiera protegerlo de los fantasmas de su pasado.

—Yo voy donde tu vayas —le dije al oído. Apoyó la cabeza en mi pecho y suspiró.

—Tengo que ir a la planta baja. Tú puedes quedarte aquí si quieres o echarle un vistazo al show. Te veré más tarde ¿De acuerdo?

—Iré contigo. —Se volvió hacia mí.

—No te quiero allí, Sing. —No esperaba eso de él, sobre todo, no el tono frío de su voz. Krist tocó mi brazo. —Si voy a ganar catorce mil dólares en un fin de semana necesito estar concentrado al máximo. No me gusta quién voy a ser en esas mesas, y no quiero que tú lo veas, ¿Vale?

Le aparté el pelo de sus ojos, y luego besé su mejilla.

—Está bien, Kitty. —No podía fingir que entendía lo que quería decir, pero lo respetaría.

New llamó a la puerta y luego pasó usando el mismo modelo descubierto que lució en la fiesta de citas. Saludé a New, y luego agarré la llave electrónica adicional de la mesa. New ya estaba concentrando a Krist para su noche, me recordaba a un entrenador que ofrece una charla motivadora a su boxeador antes de una gran pelea de boxeo.

Tay estaba de pie en el pasillo, mirando a tres bandejas de comida a medio-comer en el suelo dejado allí por los huéspedes en el pasillo.

—¿Qué es lo que quieres hacer primero? —pregunté.

Caminando junto a ti [PERAYA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora