-¡Me declaro culpable!
Ninguno de los presentes se esperaba aquella respuesta, por eso tardaron varios segundos en reaccionar.
-Explícate - ordenó uno de los Sumos.
La joven levantó la cabeza y miró a su marido rápidamente, antes de desviar su mirada hacia los Sumos y explicarse.
-Excelentísimos señores - siguió arrodillada - soy culpable de haber desobedecido y enfadado a mi marido.
El día de la ceremonia me revelé contra él y eso le alteró. Lejos de arrepentirme, utilicé chantaje y métodos sucios para convencerle de que no apareciese frente a mí esa noche en la ceremonia.
Juro ante los Siete Dones que mi marido jamás ha hecho nada en contra de la unión de Tinnya y Joan. Jamás se le ha pasado por la cabeza algo así. Todo es culpa mía.>> Suplico a los Sumos Mayores que me castiguen por mi comportamiento impropio.
Se hizo el silencio por demasiado tiempo, en el que Ishana no levantó la cabeza del suelo.
-Hazel - dijo uno de los hombres - ¿Es eso cierto?
Ishana se permitió levantar la cabeza para mirar a su marido y no se sorprendió cuando unos ojos serios y penetrantes estaban clavados en ella.
-Es cierto.
Los Sumos hablaron entre ellos en voz alta.
-Esto cambia las cosas.
-Este comportamiento es vergonzoso.
-No ha cumplido su deber como mujer.
-Su marido iba a ser castigado por ella.
-Debemos castigarla severamente. ¡Voto por siete días en la cámara oscura!
-Demasiado leve. ¡Yo voto por siete latigazos!
Tinnya se giró hacia Ishana con rapidez y su rostro reflejó terror. La joven mantenía el rostro tenso, pero no mostró sus sentimientos.
Los Sumos acordaron ese castigo y no dieron tiempo de tregua a los presentes. Ishana fue detenida en ese mismo instante, mientras que Hazel fue liberado. Pospusieron la investigación de la ceremonia y se prepararon para llevar a cabo el castigo en una de las plazas, media hora más tarde.
La noticia se propagó más rápido que el viento y por eso, cuando Ishana fue escoltada hasta el centro de la plaza, ya había reunidas decenas de personas. No prepararon una plataforma. No pusieron un soporte que ayudase a la joven a mantenerse en pie. Solo el suelo arenoso, un verdugo y muchos espectadores.
Ishana observó con vergüenza y rabia a las personas que la rodeaban, que no dejaban de cuchichear entre ellas, juzgándola. No hubo un discurso muy largo, solo una advertencia para las mujeres que osasen desafiar a sus maridos.
El primer latigazo vino fuerte y no pudo contener un grito, cayéndose al suelo. El segundo que sintió, le arrancó piel y pensó que le habían partido la espalda en dos. Al tercero, tuvieron que sujetarla por los brazos. Al cuarto quedó semi inconsciente.
El dolor había sido horrible, pero no había tenido en cuenta las consecuencias que aquel acto acarrearía. Tardó varios días en poder recibir a alguien, y el primero al que vio fue a su marido.
Hazel entró con lentitud en la habitación, después de que el médico le diese permiso.- ¿Por qué hiciste eso? - le preguntó en un momento.
Ishana había tenido un par de días de cavilaciones, en los que había dado vueltas sin cesar a varias cosas.
-¿Dónde estuviste en la ceremonia? - le devolvió con marcada molestia.
Hazel suspiró.
- Creo que eso no es importante ahora.
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Ishana
Romance-Quiero saber qué esperas de mi marido - lo dijo con toda la tranquilidad del mundo. -Supongo que has venido a escuchar las cosas como son. Hazel y yo nos amamos. Cuando tu marido no duerme en casa, duerme conmigo. Cada momento que tiene libre, me b...