-Su brazo es lo único que tiene mal aspecto - declaró el sanador - pero se recuperará.
La quemadura de su brazo estaba supurante y sucia, aunque el hombre había hecho un buen trabajo quitándole toda la suciedad posible. Le entregó a Ishana una pomada que debía de aplicarse dos veces al día y la dejó descansar.
En su pierna y su espalda había dos hematomas, que ya tenían color oscuro, tirando a amarillento.
Aunque sea sorpresivo, su cuerpo no era lo que más le molestaba en esos momentos; era su suegra. La señora se paseaba por la casa dando gritos a diestro y siniestro, diciéndole a su hijo lo mal ordenado y descuidado que estaba todo.
-¿Cómo podéis vivir entre tanta basura? - gritaba la mujer.
-¡Madre! ¡Eso es de mi trabajo! Por favor, no lo toque.
-Esto lleva así demasiado tiempo - Ishana no logró saber a qué se refería - ¡esto no se ha limpiado desde hace meses!
Ishana se cubrió la cara con el cojín. Prefería hacerse la dormida y no escucharla. Tal vez podía decir que estaba muy enferma y que no podría levantarse en semanas.
"Realmente no se irá si hago eso" pensó, muy a su pesar.
-¡Un solo día en esta casa y esa joven ha hecho más que tu mujer en años! - Ishana levantó el cojín de su cara.
"¿Cómo?"
¿Habría escuchado bien?
Intentó escuchar más de la conversación, pero Hazel acababa de decirle a su madre que bajase la voz, por lo que no escuchó más que murmullos. Sintió cómo su pecho se encogía. ¿Realmente Hazel habría llevado a casa a una mujer mientras ella no estaba? Tan solo habían pasado dos días, ¿Sería alguien contratado para limpiar?
"No habrá sido capaz de traer a su amante..."
El resto del día estuvo malhumorada y preocupada. Hazel se había ido al trabajo y su suegra no dejaba de hacer ruido y hablar sola, por lo que no podía descansar.
A la hora de la comida, la señora subió con un tazón de comida caliente.
-Mis respetos - Ishana bajó la cabeza.
Odiaba a aquella señora, pero seguía siendo una mayor y además, su suegra.
-Permiso, querida, permiso.
Ishana cogió el bol con cuidado y lo removió un poco con el cubierto.
-Señora suegra, ¿podría hacerle una pregunta?
-Por supuesto - dijo segura de sí misma - dime.
-¿Qué opina de la joven que vino a la casa?
Miró detenidamente el rostro de la señora y vio desconcierto en él. Titubeó antes de responder.
-¿Joven? ¿Qué joven? ay, Ishana - le puso una mano encima de la suya - No tengo ni idea de lo que me hablas.
"No era ninguna mujer contratada para limpiar"
Ishana puso gesto confuso y preocupado.
-Lo siento, juraría haber escuchado a Hazel decir algo de una joven - se llevó la mano a la cabeza - ¿Será que lo soñé?
La señora asintió con vehemencia.
-Sí, exacto. Has sufrido mucho y por eso los sueños parecen más vívidos. Una mujer a casa, qué tonterías dices - se rio con nervios.
Ishana sonrió y asintió con la cabeza.
-Su comida está riquísima - siguió comiendo, sin decir nada más.
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Ishana
Romance-Quiero saber qué esperas de mi marido - lo dijo con toda la tranquilidad del mundo. -Supongo que has venido a escuchar las cosas como son. Hazel y yo nos amamos. Cuando tu marido no duerme en casa, duerme conmigo. Cada momento que tiene libre, me b...