7. Mentiras y tradiciones

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Sintió rabia y tristeza, pero decidió tranquilizarse y analizar la situación.
Si arremetía contra ella, lo más seguro era que Hazel la defendiese, pero si les dejaba solos, podría ayudar a que su relación se volviese más fuerte.

Cogió aire un par de veces y entró en el lugar. Cuando Mela la vio, su rostro se tensó, mientras que el de Hazel se tornó confuso. No sé imaginaba ser encontrado en esa situación por su propia mujer.

Ishana se acercó a la mesa e intentó ser lo más amable posible. Sonrió a la pareja, tragándose parte de su orgullo, y miró con detenimiento a Hazel, esperando una respuesta.

-Ishana, ¿qué haces aquí?

-Paseaba por la calle y te vi a través de la ventana.

-Íbamos a comer algo... - él se mostró algo incómodo, pero Ishana decidió ignorarlo deliberadamente.

- Aún no he comido, así que si no hay inconveniente, me uniré a vosotros - miró a Mela, quién tenía un visible rostro molesto.

Ishana se quedó de pie, sin moverse, esperando una reacción por parte de la muchacha. Esta acabó dedicándole una sonrisa escueta y eso fue suficiente por el momento.
Se sentó junto a su marido, haciendo que que se moviese a un lado y quedando ella frente a la joven. 

-Estábamos hablando de los diseños extraños que los Berserios nos han encargado - Hazel cortó el silencio.

-Sé que has estado muy ocupado últimamente... si realmente está fuera de vuestro alcance, ¿No podríais pedir que os envíen a algunos de sus diseñadores? - Ishana intentó sacar adrede el tema de su trabajo y de lo ocupado que estaba.

- Lo hemos hecho, enviarán a alguien en un par de días - confesó.

-Pasas muchas horas en el taller - volvió a insistir Ishana - haces muchas horas extra y nunca descansas. Sé que te aliviará un poco la carga de trabajo.

Cuando lo dijo, miró a Mela. Y no se equivocó con su intuición; el gesto de la chica revelaba una dolorosa verdad.

No siempre está en el taller. A veces está conmigo.

Pero Ishana había tenido esa sospecha desde que los vio a través de la ventana, por lo que no se molestó tanto como creía.

- Supongo que no tenías tiempo para ver a Mela - miró a Hazel a los ojos y vio su gesto serio - entiendo que aproveches los huecos libres. Una buena amistad no debería de dejarse de lado.

Hazel sonrió y asintió. Le estaba mintiendo a la cara y ella lo sabía. Pero había otra verdad tras aquella conversación.

Hazel aun prefería mentir y contentarla a ella, que decir la verdad para contentar a Mela y poner en riesgo su matrimonio. A pesar de saber que no era cierto y de que estaba mintiéndole, Hazel aun le estaba dando la oportunidad de comportarse como si no lo supiese y poder salir de aquella situación con la mayor dignidad posible.

Ishana se apoyó un poco contra su marido justo en el momento en el que la comida llegaba a la mesa. Ishana clavó su mirada en Mela.
Los menores debían de mostrar respeto sirviendo la comida a sus mayores, empezando por los hombres.

"¿Te atreverás a faltarnos el respeto en público?"

Ishana miró alrededor, para cerciorarse de que había muchos presentes. Con una sonrisa de suficiencia, cogió el plato de su marido y lo puso frente a Mela.

-A Hazel le gustan los huevos escalfados - la joven dudó un poco, pero acabó cogiendo el plato y sirviéndole - Siempre dice que estos no son tan ricos como los que yo le cocino, pero creo que están ricos igualmente.

Miró a su marido con una sonrisa cómplice y este se la devolvió. Cuando Mela le devolvió el plato a Hazel, Ishana levantó el suyo y se lo ofreció.

-Lo mismo que él - Mela se quedó estática, pero Ishana no bajó su plato.

Hazel carraspeó y le dedicó a su amiga una mirada llena de significado. La cara de descontento que puso no pasó desadvertida para nadie, pero cogió el plato de Ishana y le sirvió la comida.

Su malhumor se hizo palpable y tardó varios días en poder calmarse. Hazel había evitado el tema e Ishana no se encaró a él por miedo a una discusión. Estaba en una situación tan frágil, que su impotencia la carcomía. Quería gritar y enfrentar a su marido por el engaño y la traición que estaba cometiendo y que no se merecía, pero temía que enfrentarlo pudiese ser la escusa que le faltase para alejarse de ella e irse con Mela.

Comenzó a barajar sus opciones y, muy a su pesar, vio que tenía muy pocas.

Muchos hombres tenían amantes, no era nada nuevo. Incluso eso sería algo relativamente fácil de llevar.
En Valho eran las mujeres las que escogían a su pareja, aunque era costumbre hablarlo antes para saber si el hombre estaba de acuerdo. Pero en muchas ocasiones, personas que quieren estar juntas no pueden debido a que sus personalidades no son compatibles; en esos casos, ambos terminan casados con otras personas y teniendo una relación extramatrimonial.

Nunca se le había pasado por la cabeza que Hazel tuviese una amante, pero llegado el caso, sería algo que no trastocaría mucho su vida. El problema era que Mela no estaba casada y solo le quedaba un año.

¿Cuál era la razón? ¿Estaría realmente enamorada de su marido? No podía permitirse un divorcio, pero tampoco sabía cómo podía librarse de aquella muchacha. Solo necesitaba diez meses más y su matrimonio estaría a salvo.

Sin decirle a nadie, decidió ir a visitar a Mela por su propia cuenta y sacar algo en claro de aquella situación. Descubrió dónde vivía y se presentó allí sin previo aviso.

Cuando Mela la vio, plantada en la puerta de su casa, la cara de la joven fue todo un poema.

-Quisiera tener una conversación contigo - la joven sonrió sarcásticamente, pero la dejó pasar. No había nadie en la casa a parte de ellas.

-Ya me dirás... - el aire de suficiencia con el que habló, enervó a Ishana, pero decidió pasarlo por alto.

-Quiero saber qué esperas de mi marido - lo dijo con toda la tranquilidad del mundo, controlando por completo la situación.

Mela sonrió.

-Supongo que has venido a escuchar las cosas como son - estaba nerviosa, aunque se esforzase en ocultarlo - Hazel y yo nos amamos.

Ishana sintió una puñalada en el pecho al escuchar esas palabras, pero mantuvo la calma.

-¿Puedes probarlo? - Mela sonrió.

-Cuando tu marido no duerme en casa, duerme conmigo - parecía más confiada por momentos - ¿Quieres que especifique los días para que estés segura que no miento? Cada momento que tiene libre, me busca. Desde hace tres años hemos celebrado todos mis cumpleaños juntos, también me ha hecho obsequios.

Ishana entrecerró los ojos.

-¿Qué esperas de él? Sabes que es un hombre casado.

"Quisiera estrangularte en este mismo instante"

-Aun quedan diez meses para que cambie de opinión - esa vez fue Ishana quien sonrió.

-No lo ha hecho en tres años. ¿Crees que lo hará en diez meses? - percibió la molestia en los gestos de Mela - podrás robarle algo de su tiempo. Podrás celebrar tus cumpleaños con él. Pero sigue siendo mi marido. A ojos de todo el mundo, él es mío y yo soy suya, con quien vive, con quien come y con quien duerme, soy yo. Hazel no me abandonaría por nadie, incluida tú. ¿Qué te ha prometido? ¿Que me dejará y estará contigo? Lo dudo mucho.

Al mirar a Mela comprendió que había dado justo en el clavo y sintió un alivio instantáneo. Podía estar segura de que Hazel nunca había dicho que se divorciaría de ella.

-Yo no cantaría victoria - respondió Mela controlándose - Sé que no compartes cama con él desde hace años y apenas intimáis. Hazel me ama y la única razón por la que no se divorcia de ti es por su gran corazón y la lástima que te tiene. Pero cuando se acerque la fecha y vea que mi vida depende de su decisión, sin duda alguna me elegirá a mí.

-Vete escogiendo marido, Mela - dijo Ishana levantándose - o vete escogiendo un ataúd para enterarte. Hazel siempre ha sido mío y así seguirá.

IshanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora