4. Respeta a tus mayores

64 13 40
                                    

Ishana había tardado mucho tiempo en poder caminar y hacer los movimientos más básicos del día a día, aunque aún no estaba recuperada del todo.

Las últimas noches había tenido pesadillas en las que su marido aparecía en casa con la joven llamada Mela y le pedía el divorcio.

Ese día, decidió abordar el tema con Hazel y poder aclarar su cabeza.

-¿Cómo sabes su nombre? - el comienzo no fue muy satisfactorio.

-Eso es lo de menos, ¿No crees? - Ishana estaba sentada en la mesa, frente a él, y observaba su gesto con detenimiento.

Se veía que Hazel estaba incómodo y ella solo deseaba saber qué pasaba por su mente.

-Ishana, si tu miedo es que pueda llegar a divorciarme de ti, aleja esos sentimientos de tu cabeza. Mela es una amiga que tengo desde hace años, pero mis intenciones con ella no van más allá de eso.

-Sé que te has estado encontrando con ella a menudo - dijo sopesándole - También que ha rechazado marido las últimas tres ceremonias. Le queda un año, ¿no piensa casarse?

Hazel se puso más recto en la silla, desvío la mirada y se frotó una pierna.

"Está incómodo" pensó Ishana.

-No lo sé, eso son cosas suyas - su tono se volvió algo arisco.

-Pero es una buena amiga tuya. Sabrás si es su intención casarse, ¿no? Sabes que de no ser así, morirá.

-Ishana - se defendió - ese tema es asunto suyo, no tengo ni idea, ella sabrá lo que hace.

Se levantó más molesto de lo que debería y salió de la casa, dejando a la joven igual de confusa.

El tema de la ceremonia de Unión y el accidente de Joan se vio reanudado, pero sin muchos avances. La joven camarera a la que habían torturado murió un par de semanas después, debido a una infección que no pudieron controlar. Tinnya parecía cómoda con su nueva familia, pero Ishana sabía que estaba preocupada de que los Sumos ordenasen un divorcio en cualquier momento y no tuviese otro remedio que casarse con Joan.
El Buitre estaba enfadado y descargaba su ira con muchachas del pueblo que aún seguían solteras. Pareciera que nadie en la aldea quisiese detenerle y eso a Ishana le enfadaba sobre manera.

-Mañana celebran el cumpleaños de la familia Tualva, recuerda que hemos aceptado ir - me recordó a su marido. Hazel asistió con la cabeza, distraído.

-Es cierto.

-¿Pasa algo? Te noto preocupado - Ishana le miró y ambos cruzaron miradas por unos segundos.

-Estoy bien.

-¿Seguro? No me parece que lo estés - insistió - ¿Por qué no hablas conmigo?

-¿Por qué no me dejas tranquilo? - respondió de malas maneras.

Ishana suspiró, pero obedeció. Se dio la vuelta y le dejó solo. Hazel y ella habían discutido muchas veces desde que estaban casados, pero nada fuera de lo común. En esa ocasión era diferente, porque no estaban enfadados; era simplemente que él estaba distante y se mostraba descontento por razones que ella no lograba comprender.

La fiesta se celebró en uno de los edificios del centro. Caminaron hasta allí, porque no había otra forma de llegar. Ishana llevaba un vestido sencillo de color azul verdoso que tapaba su cuello y sus brazos, hasta las muñecas. Las mujeres no debían de mostrar más piel de la debida y eso se limitaba al rostro, las manos y, en ocasiones, los tobillos.

Hazel se comportó amablemente con ella, e incluso le sacó conversación mientras se acercaban a la fiesta. Ishana echaba de menos aquellos momentos de complicidad que habían ido disminuyendo con los años. Tenía miedo de perder a su marido, no solo porque aquello significaría una muerte casi segura, sino porque, en el caso de volver a casarse, no encontraría a nadie que la tolerase tan bien como él.

- Tinnya - se alegró de ver a su amiga en la fiesta, con su nuevo marido.

IshanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora