9. Los planos de Talu

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Su vida seguía sin contratiempos ni novedades. Estaba molesta con Hazel por haber creído a Mela antes que a ella y él tampoco había hecho por arreglar la situación, por lo que se habían terminado distanciando.
Ishana sabía que los diseños de las armas ya se habían traducido y que estaban comenzando a fabricar los primeros modelos.

- Ishana - la voz ronca de su marido la sorprendió y cuando giró hacia él, vio su rostro sonrojado.

-Hazel, ¿te encuentras bien? - el hombre negó con la cabeza e Ishana se apuró en ir a su lado.

Cuando le tocó la frente, notó que estaba caliente.

-Tienes fiebre - le ayudó a mantenerse firme, sujetándole del brazo.

El hombre tenía los ojos vidriosos y estaba sonrojado, síntomas de que su cuerpo tenía la temperatura elevada. Ishana le ayudó a tumbarse en la cama y preparó paños con agua para colocarle en el cuerpo.
Se encargó de preparar una infusión para bajar la fiebre, poniendo cuidado en que no quemase. Hazel tomó el líquido y esperó paciente, atendido por su mujer, a que el sanador llegase y le diese un diagnóstico.

No era extraño que las personas se pusiesen malas de vez en cuando, pero el sanador se encargaba de controlar que su estado no empeorase. Una simple fiebre había matado a más de una persona.

Ishana cuidó de su marido con esmero y paciencia durante dos días y cuando el estado del hombre mejoró un poco, le ayudó también con su trabajo. Aunque estuviesen enfadados, él seguía siendo su marido. Se preparó para acercarse al taller y recoger los planos.

-Mis respetos - saludó a los hombres que estaban dentro.

No se esperaba ver un Berserio allí, por lo que se quedó un poco impactada al verle. Llevaba las mismas ropas negras que había visto al hombre del callejón y sintió un extraño sentimiento incómodo.

-Permiso - respondió Hendrick - supongo que vienes por los planos para Hazel. ¿Cómo está?

-Mucho mejor, gracias por su preocupación. La fiebre ya ha bajado y se mantiene consciente, aunque aún cree conveniente no salir de casa y prefiere trabajar allí.

-Por su puesto - recogió un par de grafitos de la mesa - tengo algunas cosas preparadas para él, espérame unos minutos.

Hendrick se fue e Ishana se quedó a solas con el hombre.

-Soy Talu - el hombre extendió una mano hacia ella, sonriente, e Ishana le observó con sorpresa.

"¿Qué se supone que haga con su mano?" Se preguntó.

El hombre bajó el brazo, un poco incómodo.

-Mis nombre es Ishana, es un placer conocerle - respondió con una pequeña inclinación de cabeza.

-¿Vienes por los planos de las armas? - Ella asintió - Yo soy el inventor. Son unos diseños muy innovadores, ¿no crees?

Ella se quedó estupefacta ante el comentario. ¿Se supone que le preguntaba a ella? ¿Sobre los diseños de las armas? Las mujeres no deberían ni de verlos.

El hombre pareció pasar por alto su estupor, y continuó hablando, señalando partes de los planos. Ishana, consciente de que aquello no era lo correcto, atendió disimuladamente.
Ella había ayudado con anterioridad a su marido, pero reconocía que aquellos planos eran más complejos de lo que nunca había visto y comprendió por qué no eran capaces de descifrarlos.
No obstante, el hombre llamado Talu explicaba de una manera que hacía más fácil comprenderlos.

Cuando Hendrick llegó, Ishana desvío la vista de los planos y agradeció a Talu por las explicaciones. Cogió lo que le entregaban y se despidió.

Tuvo una sorpresa cuando llegó a su casa y se encontró a Mela en la puerta. Parecía llevar esperando un rato. Ishana se acercó a ella.

-¿Se te ha perdido algo en mi casa? - preguntó con desagrado.

La más joven frunció el ceño. Estaba claro que había esperado no encontrarse con ella.

-Vengo a ver a Hazel - respondió tajante.

Ishana sonrió de lado y avanzó hasta la puerta, abriéndola.

-Lo siento pero Hazel no está disponible para ver a nadie - Mela iba a replicar, pero Ishana se adelantó - son sus propias palabras. Nadie pasará.

Entró en la casa y cerró la puerta en sus morros.

"¿Habrá algún remedio para este tipo de plagas?"  Se molestó.

Estuvo el resto de la tarde analizando los planos con Hazel, a la vez que realizaba las tareas domésticas y atendía las necesidades de su marido.
Hazel siempre me había permitido ver todo lo relacionado con su trabajo, por eso pudo comprender parte de los dibujos que tenía delante de ella.

-Son cañones más reforzados, alcanzan más distancia y no se necesita más de un hombre para recargarlo - Ishana reconoció algún dibujo de los que Talu le había explicado.

-Estas son las espadas y las flechas de Aranto, ¿verdad? - Hazel se sorprendió de que su mujer supiese aquello, pero asintió.

-Así es. Se preparan para una batalla complicada.

Cuando alguien volvió a tocar a la puerta, Ishana se negó a bajar, temiendo que fuese de nuevo la joven a la que no quería ver.

-Tal vez es Hendrick - comentó Hazel con despreocupación - Puede que se haya olvidado algo, no sería de extrañar.

Ishana suspiró, pero no se le ocurrió ninguna excusa que dar a su marido de por qué no quería abrir la puerta, así que se levantó y bajó las escaleras de la casa. Estaba dispuesta a tirarle un tazón de agua hirviendo si seguía molestándolos. ¿Acaso no tenía suficiente con querer robarle a su marido, que también tenía que aparecer en su casa?

Volvieron a tocar, esa vez con más insistencia e Ishana abrió la puerta justo en ese mismo instante. La persona que tenía delante de sí no era Mela, sino un hombre desconocido.

Hizo una pequeña reverencia y el hombre habló.

-Vengo a buscar a la mujer llamada Ishana.

-Soy yo - dijo extrañada de que alguien la buscase - ¿Qué desea?

-Está usted denunciada. Debe presentarse ante los Sumos Mayores en este preciso instante.

Ella abrió los ojos con confusión. ¿Quién podría haberla denunciado? ¿Y por qué? Con pavor en el cuerpo, subió rápidamente a darle la noticia a su marido, quién quedó tan asustado y confuso como ella.

-Me vestiré e iré contigo - declaró.

Ella asintió, agradecida por ello.

Tenía un mal presentimiento.

IshanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora