2. Sumos Mayores

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Joan había hecho una denuncia. Aquello no era ninguna nimiedad e Ishana se sorprendió de su comportamiento atrevido. Su marido Hazel llegó esa mañana para comunicárselo.

-¿Cómo es posible? - se sorprendió Ishana - una denuncia reunirá a los Sumos Mayores. Nunca sale nada bueno de reunir a los Sumos.

Hazel suspiró.

-Está convencido de que su ceremonia de Unión fue saboteada - respondió.

Ishana hizo un gesto de indignación.

-Incluso si así fuese, no tiene pruebas. Y Tinnya ya está unida en matrimonio con otro hombre. No ganará nada de esto.

Hazel clavó su penetrante mirada azul en ella.

- Estás muy tranquila - comentó con precaución, provocando una pequeña reacción de la joven.

- ¿Por qué no habría de estarlo? Ayer ocurrió un desafortunado incidente, pero el resultado no ha sido tan malo. Mi amiga está casada con un buen hombre y el Buitre más egocéntrico y enfermo de la aldea está montando un berrinche, a lo que tampoco hay mucho que pueda hacer.

Hazel hizo un gesto e Ishana le sirvió el plato de comida.

-¿No temes que pueda encontrar alguna prueba que te incrimine? - Sopesó la reacción de su mujer y suspiró con pesadez. Conocía demasiado bien los gestos de Ishana.

-¿Cómo sabes que he tenido algo que ver? - preguntó en un susurro.

-Tenía una sospecha, pero acabas de confirmármela - ella chasqueó la boca con molestia. Hazel se puso serio - Ishana, si descubren que te has involucrado de alguna manera en el incidente, te matarán. ¿No puedes mantenerte al margen y ser obediente?

-No voy a permitir que mi amiga se case con ese Buitre.

-Es la decisión de los mayores - se frustró él.

-Pero es ella quien lo aguantará. ¿Acaso hicieron algo cuando violó a esas chicas? ¿O cuando casi mata a su hermana? ¿Crees que harían algo si Tinnya aparece desfigurada? No.

Hazel estaba demasiado acostumbrado a las pequeñas rebeliones de su mujer. Era inteligente, precavida y detallista, pero temía que algún día cometiese un error que acabase destruyéndola.

-Los Sumos Mayores se reunirán en media hora - Ishana asintió y siguió con sus tareas domésticas.

Se hizo una investigación exhaustiva, y esto tuvo mucho que ver con el hecho de que Joan fuese nieto de uno de los Sumos. Si no, el tema no se habría ni comentado.
Analizaron las bebidas, pero no encontraron nada sospechoso, por lo que decidieron interrogar a la camarera que había servido las copas.

-Yurina está siendo interrogada - comentó una de las mujeres, entrando en la sala.

Ishana y Tinnya se miraron, la segunda con miedo en su rostro. La madre de Tinnya paseaba de un lado al otro de la sala, contagiando su nerviosismo al resto de las presentes.

-No tienen nada que pruebe que la copa tenía alguna sustancia extraña - respondió otra de las mujeres - el chico probablemente estaba nervioso.

-Eso es cierto, pero el incidente del vestido ha levantado sospechas de los Sumos.

-Aunque sea extraño, una cosa no está relacionada con la otra - siguieron discutiendo.

Pese a que sus razonamientos no eran ilógicos, la crueldad de los Sumos Mayores era conocida por la aldea. Por eso, cuando Yurina fue entregada a su familia, cubierta de sangre y respirando a duras penas, nadie se extrañó realmente. El pánico se extendió cuando Tinnya fue convocada junto con su familia. La niña lloró y suplicó a su madre de no ir, pero la orden de los Mayores no se podía incumplir. Ishana se ofreció voluntaria para acompañarla, gesto que sorprendió a todas, pero que ninguna comentó. Nadie se presentaba ante los Sumos Mayores por voluntad propia.

Imponentes, serios, pálidos y, por supuesto, hombres. Así eran los siete gobernantes que regían la aldea de Valho. Ishana no se atrevía si quiera a levantar la mirada hacia ellos, por eso, cuando hablaron, no pudo evitar un respingo.

Aquellos hombres soltaron acusaciones infundadas acerca de lo acontecido en la ceremonia de Unión. Al principio, no señalaron a nadie directamente, pero todas sus palabras fueron dirigidas como puñales hacia Tinnya. Ella era la que se había beneficiado de aquel hecho.

A los pocos minutos, le preguntaron directamente qué había echado en la bebida de Joan. Ella titubeó.

-Mis respetos - pidió.

- Permiso - concedieron.

-Excelentísimos señores - su voz estaba quebrada - yo no eché nada en la bebida. Jamás me atrevería a hacer tal cosa.

-¿Acaso no era tu intención evitar esa unión? - le acusaron duramente.

Tinnya apoyó la frente en el suelo, en señal de respeto absoluto.

-Lo juro. Juro que no tenía intención de evitar esa unión. Soy consciente de mis deberes y de lo que los mayores esperan de mí - a esas alturas ya estaba llorando a moco tendido - esperé hasta el último momento, todos ustedes lo vieron. Esperé por él hasta el último segundo. Lo juro. Lo juro.

Lo Sumos se miraron entre ellos y cavilaron durante unos segundos.

-Entonces alguien ha tramado esto a tus espaldas y nos ha querido engañar a todos - Ishana se atrevió a levantar la mirada unas décimas de segundo, para corroborar que los Sumos seguían hablando.
Los Sumo Mayores jamás serían tan indulgentes con alguien.

Entonces comprendió la situación y su rostro se puso rojo de rabia por no haberlo comprendido antes. Jamás habían tenido intención de castigar a Tinnya. Seguía siendo la única Tortuga y, aunque ahora estuviese casada con otro hombre, siempre podría divorciarse. Necesitaban a Tinnya para que se casase con Joan. Solo una Tortuga podría casarse con el Buitre.

-Tengo algo que decir - comentó uno de los Sumos, llamando la atención de todos los presentes - hemos estado investigando la sucesión de acontecimientos durante la ceremonia y hemos encontrado algo: hubo una persona que se ausentó durante toda la celebración, lo que la convierte en el principal sospechoso.

Ishana no había terminado de escuchar la frase, cuando sintió cómo su mirada se desviaba hacia el recién llegado, al que traían maniatado y, aparentemente, sin ningún rasguño.

-¡Hazel! - exclamó con confusión y miedo.
Quiso caminar hacia él, pero la mirada de los Sumos la detuvieron.  Se dirigió hacia estos y bajó la cabeza de nuevo, con sumisión.

-Mis excelentísimos señores.

Ellos la ignoraron, dando a entender que no tenía permiso para hablar. Dirigió su mirada confusa hacia Hazel, quién intentaba mantener la calma y en su rostro se reflejaban unas finas líneas de tensión.

-Este hombre no acudió a la fiesta - comentó uno de los mayores - Esto le da la ventaja perfecta para poder elaborar cualquier plan malvado. No se encontró restos de ninguna sustancia en la bebida, pero bien podría haberla tirado tras asegurarse de que su víctima la ingería.

Ishana controló el temblor de sus manos y enseguida cayó al suelo de rodillas, apoyando la frente en el suelo.

-Excelentísimos señores - suplicó - ¡me declaro culpable!

Todos la miraron con asombro.

IshanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora