Harrenhal, la siniestra fortaleza que una vez había sido la más grande y majestuosa de los 7 reinos. Mantenerla, una ruina, reconstruirla, imposible. Un triste recordatorio viviente de lo que les ocurría a aquellos que se atrevían a desafiar el poder de la casa Targaryen. El tétrico asentamiento debería haber sido demolido hace mucho, sería la mejor forma de acabar con todos los estúpidos rumores sobre maldiciones. Las tierras podían ser repartidas entre los territorios colindantes, o simplemente construir un nuevo castillo, mucho más pequeño por supuesto, pero también más confortable. Sin embargo, Harrenhal se mantenía en pie hasta ahora, con sus corredores vacíos en donde retumbaban los ecos de almas en pena y sus inmensas habitaciones desiertas en las que las telarañas solo se amontonaban. Fue en este sitio inhóspito donde, una vez más, se decidiría quien ocuparía el Trono de Hierro.
El reclamo de Jacaerys fue completamente inesperado, la relación entre ambos hermanos era excelente, eso todos lo sabían. Además, Jacaerys era el emperador de más de la mitad de Essos, y actualmente se encontraba en guerra con la otra mitad, parecía mucho más prudente dejar que su hermano menor gobernara Poniente mientras derrotaba a los pocos enemigos que aún le quedaban. No era de extrañar que nobles y plebeyos estuvieran desconcertados por este repentino enfrentamiento entra los Velaryon.
"¿Por qué se pelearon?"
"¿Acaso el príncipe Jacaerys se volvió codicioso?"
"Tiene tantos enemigo... ¿Realmente está dispuesto a ganarse aún más?"
Los partidarios de Lucerys (entre los que se encontraba el Septón Eustace) tenían sus ojos puesto en los lamebotas y aduladores, así como en hombres como lord Unwin Peake o algunos caballeros menores del Valle, los cuales nunca habían ocultado su desprecio por Lucerys y se habían dedicado a endulzar los oídos de Jacaerys para volverlo contra su hermano.
Champiñón fue mucho más lejos, uno de los relatos más escandalosos de sus memorias nos cuentan que durante una noche de tormenta, Jacaerys se encontró a su hermano intimando tanto con el príncipe Aemond como con el príncipe Aegon, y fue precisamente ese arrebato de ira el que lo hizo volverse contra su sangre. Pero esta historia también sería descartada por los historiadores, quienes aseguran que desde la derrota del Rey de la Noche, los cielos permanecieron despejados durante seis meses. Algo que muy fácilmente puede ser confirmado. Pues es sabido que la corona había iniciado medidas ante la pertinaz sequía que había comenzado a azotar al reino, por lo que este relato carece de verosimilitud en la opinión de muchos.
—Como si no se pudiera hacer un trío con el cielo despejado. — alguien diría eso en su memento, pero no está claro quien fue.
Independientemente de los motivos, el hecho era que ambos hermanos estaba enfrentados. Lucerys tenía el apoyo absoluto de la casa Velaryon a través de sus primas. La casa Baratheon, la casa Lannister y la casa Tyrell eran firmes partidarios suyos, ya que el heredero de Altojardín era su escudero, mientras que los señores de Occidente, principalmente los Farman de Isla Bella, odiaban a Jacaerys, pues la paz que había firmado con los Hijos de Hierro había impedido el regreso seguro de todas las mujeres que habían sido secuestradas durante la Danza de Dragones, y eso no había sido olvidado.
Jacaerys por su parte, contaba con el apoyo de su viejo amigo Cregan Stark, así como de la gran mayoría de los señores de los Ríos. Excepto los Bracken, quienes votaron a favor de Lucerys solo para llevarle la contraria a los Blackwood, lord Unwin Peake y algunos caballeros del Dominio también estaban de su parte, pero eran muy insuficientes, ya que los principales vasallos de los Tyrell (Hightower, Tarly, Rowan, y Redwyne) apoyaban abiertamente a Lucerys, por lo que ellos tenían poco o nada que decir sobre el asunto.
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Amores y Dragones
FanfictionLucerys Velaryon y Aemond Targaryen han nacido para odiarse, desde la primera vez que se vieron tuvieron claro que su destino era luchar hasta que uno de los dos dejara este mundo, entonces ¿Qué ocurre? ¿Podrá este inocente amor evitar la Danza de D...