Cal 2: Jinetes de Dragón

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-¿Hacia donde vas con tanta urgencia puequeño? - le preguntó su abuelo.

Lucerys hacía un esfuerzo inútil por secar sus lágrimas para que no lo vieran llorar, pero no lo consiguió. Su abuelo despidió a Sir Harrold Westerling y le pidió al pequeño que lo acompañara a su habitación, donde el niño no tuvo más remedio que contarle lo que había pasado.

-Me temo que Aemond no mintió Luke, -le contó el rey Viserys con gran pesar. - estas peleas infantiles deben terminar de una buena vez. Somos familia.

-Abuelo ¿Tan importante es tener un dragón? -se atrevió a preguntar el pequeño.

-Para un plebeyo no, -explicó el Rey con paciencia. -Para nosotros un dragón es mucho más que un arma Lucerys, la conexión entre montura y jinete es única. Un vínculo inseparable que los conecta de una forma que no puede ser explicado con meras palabras, y que sólo se hace más fuerte con el paso del tiempo.

-El tío Daemon me dijo una vez que un dragón nos da poder para hacer lo que queramos.

-Y es cierto, desafortunadamente. -El Rey bajó la cabeza.

-¿Por qué desa... desi... des..?

-Desafortunadamente. - corrigió el soberano, luego de que la inocencia de su nieto le robara una sonrisa. - Daemon no mintió Lucerys, un dragón te otorga un poder inigualable. No hay nada en este mundo capaz de hacerle frente a tales criaturas, pero ese poder es un arma de doble filo, pues los hombres son seres ambiciosos y muchos son propensos a dejarse corromper por el poder. Un Targaryen, un verdadero Targaryen, no es el que posee el dragón más grande, sino el que aún teniéndolo decide no usarlo para lastimar a otros, recuerda eso siempre.

-Lo recordaré abuelo. -prometió el niño. -pero tú nunca usarías un dragón para hacer algo malo. Tú eres bueno abuelo.

-Intento serlo pequeño. De veras eso intento. -masculló el Rey mientras revolvía el cabello de su nieto.

-Desearía que Aemond y yo tuviéramos dragones. -admitió. -me gustaría saber que se siente volar, y tal vez así mi tío no estaría tan enojado todo el tiempo.

-Es muy noble de tu parte pensar de esa manera Lucerys ¿Te cuento un secreto? pero debes jurar no decirle a nadie. -cuando el niño asintió, el Rey continuó. -Hace algunas lunas que tengo una idea rondando mi vieja cabeza, si funciona, creo que tu deseo se puede cumplir pequeño ¿Qué te parece?

-¿Lo juras abuelo? - al pequeño Velaryon le brillaban los ojos de la emoción.

-¿No te fias de este anciano? - preguntó con sorna el soberano. - necesito que este sea nuestro secreto, por una semana al menos ¿Puedo contar contigo?

-Si, te lo juro abuelo, no diré nada, tienes mi palabra.

Y así inició la semana más larga de la joven vida de Lucerys Velaryon, el pequeño príncipe se iba a la cama cada noche pensando en cual sería la sorpresa de su abuelo. Cuando el día finalmente llegó, el niño era incapaz de dejar de sonreír.

-¿Tú sabes cuál es la noticia que nos tiene preparada tu abuelo, verdad? - le preguntó su madre.

-No madre, no tengo idea. -la imagen de su hijo sonrojado y evitando mirarla a los ojos era tan tierna que Rhaenyra no pudo evitar abrazarlo en ese momento.

-Vamos mi niño, salgamos de dudas todos juntos entonces. -En el "todos" se incluían los Hightower, de hecho, Sir Otto tenía la esperanza de que se tratara de un cambio en lo referente a la sucesión, pero sus esperanzas se vinieron abajo cuando Viserys declaró su intención de llevarse a los infantes Aemond y Lucerys con él a Rocadragón. Una vez ahí, intentarían reclamar a uno de los dragones que habitaban la Isla.

Amores y DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora