Cap 15: el Avance de los Negros

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"El usurpador a caído."

Uno esperaría que semejantes noticias le pusieran fin a la rebelión de los Hightower, pero no fue así. La derrota del Rey Aegon a manos del príncipe Lucerys Velaryon, y la posterior rendición de su hermano Aemond, quién se había pasado al bando de los Negros, no hicieron más que intensificar las batallas por el Trono de Hierro. Porque sí, Otto Hightower estaba atrapado, y todo cazador sabe que cuando una bestia resulta más peligrosa, es cuando está a las puertas de la muerte. 

Se mandaron cuervos al Dominio y a las Tierras del Oeste, pidiéndole al príncipe Daeron que acudiera de inmediato a la capital, y ordenando a Jason Lannister que avanzara contra Aguasdulces. Un grave error, pues pese a que la mayoría de los señores del Tridente apoyaban la causa de Rhaenyra, los Tully se habían mantenido al margen del conflicto hasta ahora. Cuando el señor de Roca Casterly acató las órdenes, y descendió de las colinas occidentales para descargar toda su fuerza sobre las Tierras de los Ríos. Los Tully no tuvieron más remedio que ir a su encuentro. En el Forca Roja, lord Jason Lannister se encontró frente al anciano Petyr Piper, señor de la Princesa Rosada, Sir Elmo Tully ( lord Grover aún era el señor de Aguasdulces, pero apoyaba al usurpador, y con el príncipe Daemon descendiendo sobre Caraxes en espera de una respuesta, Elmo Tully desobedeció a su abuelo y anunció su intención de luchar por la reina Rhaenyra)y Tristan Vance, señor de Descanso del Caminante. Aunque los occidentales superaban en número al enemigo. Los Señores de los Ríos conocían el terreno. 

Tres veces intentaron cruzar los Lannister, y tres veces los rechazaron; en el último intento, lord Jason recibió una grave herida a manos de un escudero encanecido, Pate de Hojaluenga. Lord Piper en persona lo armó caballero y le dio el nombre de Hojaluenga el Mataleones. En el cuarto ataque, sin embargo, los Lannister consiguieron llegar a los vados; fue el turno de lord Vance de caer ante ser Adrian Tarbeck, que se había puesto al mando de la hueste occidental mientras su señor se recuperaba.

Tarbeck y un centenar de caballeros selectos se quitaron las pesadas armaduras, remontaron el río a nado hasta dejar atrás la batalla y volvieron dando un rodeo para sorprender a los hombres de lord Vance por la retaguardia. Las filas de los señores de los Ríos se desmembraron, y los occidentales cruzaron el Forca Roja causaron la muerte de millares de ribereños, entre ellos, el propio Elmo Tully. Fue en ése momento, cuando tres cuartas partes del ejercito Lannister había cruzado con éxito el río, una figura fue divisada por los hombres que aún se encontraban indefensos del otro lado del Forca Roja, una figura que descendía desde las alturas, con el color de la sangre y un silbido de horror. Capaz de helarle la sangre incluso al más valiente de los hombres, el Guiverno Sanguíneo había llegado.  

Mientras tanto, sin que el moribundo lord Jason ni sus banderizos llegaran a enterarse, flotas de barcoluengos de las Islas del Hierro cayeron sobre las costas de las tierras de los Lannister, con Dalton Greyjoy de Pyke al frente. Cortejado por ambos aspirantes al Trono de Hierro, el Kraken Rojo ya había tomado una decisión. Sus hombres del hierro no serían capaces de entrar en Roca Casterly en el momento en que lady Johanna asegurara las puertas, pero se apoderaron de tres cuartas partes de los barcos que había en el puerto, hundieron el resto, cruzaron la muralla de Lannisport como un enjambre y saquearon la ciudad; se hicieron con incontables riquezas y se llevaron a más de seiscientas mujeres y niñas, incluidas la amante favorita de lord Jason y sus hijas naturales.

Al mismo tiempo que dos millares de norteños que enarbolaban el pendón acuartelado de la reina Rhaenyra descendían por el Cuello. A su cabeza marchaba Roderick Dustin, señor de Fuerte Túmulo, un soldado tan cano y decrépito que los hombres lo motejaban Roddy el Ruinoso. Su ejército estaba compuesto por canosos barbudos con viejas cotas de malla y pieles harapientas, pero eso no resultaba extraño. Era bien sabido que en el Norte, el más frío y desolado de los 7 reinos, el invierno era brutal. En esas tierras salvajes se practicaba la inhumana costumbre de que los ancianos, así como las bocas inútiles de alimentar, abandonaran a sus familias para irse a morir a las montañas. Sin duda, no eran pocos los que consideraron que morir con una espada en la mano y luchando por su legítima reina sería un final mucho más digno. Todos ellos eran guerreros sumamente experimentados, todos a caballo, y se hacían llamar los Lobos de Invierno. 

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