La batalla era feroz, 250.000 guerreros y caballeros le hacían frente a un ejército de muertos que no llegaba ni a 50.000, y aun así, los humanos estaban perdiendo.
Los cadáveres atacaron sin misericordia a los lanceros, destrozando su perfecta formación de lanzas y abriéndose paso a través de ellos. Cuando la caballería los atacó por los costados para intentar cortarles el paso y encerrarlos, solo consiguieron que miles de caballos perecieran, y con ellos sus jinetes.
Los muertos no luchaban honorablemente, se arrastraban como animales y mordían piernas y entrepiernas mientras se abrían paso. El ejército humano, la última esperanza de la humanidad, estaba a punto de ser derrotado. Fue entonces que aparecieron los dragones.
—¡¡¡Dracarys!!!
Llamas rojas, llamas azules, llamas amarillas, llamas naranjas, llamas verdes, llamas doradas. Los dragones incineraron a los espectros, era como si nunca hubieran existido, el fuego los consumía como hojas de papel. La victoria parecía segura, ya que ni siquiera los Caminantes Blancos habían salido ilesos, su fuerza era mucho mayor que la de un hombre común, pero con las espadas de Acero Valyrio se les podía hacer frente, el joven lord Tarly había acabado con uno, lord Corbray había caído ante otro de estos seres, pero su hijo había tomado su legendaria espada Dama Desesperada y había tomado venganza en el nombre su padre.
Nadie supo cuándo ocurrió, la victoria parecía asegurada cuando un fuerte golpe fue escuchado en el firmamento. Meleys, la Reina Roja, la montura de la Princesa Rhaenys Targaryen, la reina que nunca fue, había sido derribada.
—¡¡¡NOOOOOOOO!!!
Gritó Lucerys desde Ala de Plata, mientras observaba sin poder hacer nada como el enorme cadáver se estrellaba contra la nieve, la cual se derritió al entrar en contacto con la sangre del dragón.
—¡¡¡Dracarys!!!
Gritaba encolerizado hacia la figura que parecía dirigir a los Caminantes Blancos. Llamas azules envolvieron a la misteriosa criatura, pero el fuego no lo afectó lo mas mínimo, el extraño ser mostró una aterradora sonrisa mientras alzaba las manos, Lucerys tardó en comprender que, con ese simple gesto, estaba resucitando a todos los muertos que habían caído hasta ahora en el campo de batalla.
"Mierda."
Y no solo era eso, unas extrañas arañas de hielo emergieron de las sombras y comenzaron a atacar al ejército humano antes de que estos pudieran reaccionar. Además, una bandada de pájaros muertos descendió de los cielos y comenzó a hacer círculos alrededor de los dragones. Estos, respondieron con fuego ante las molestas criaturas que parecían querer dejarlos ciegos atacando sus ojos, pero sus jinetes no tenían tanta suerte.
—¡Maldita sea!
—¿Qué demonios es esto?
—No puedo ¡¡Ah!! 7 infiernos.
Los jinetes gritaban de dolor ante las constantes picaduras. Cada llamarada de los dragones eliminaba a miles de estas pequeñas aves, pero su número era simplemente molesto para tratar con ellos.
—Maldición, a este paso...
Justo cuando Lucerys estaba diciendo esto, otra fuerza entró en escena. Cientos de aves (Vivas) se unieron a la lucha y estaban alejando a las aves muertas, y no solo era eso, sino que miles de salvajes estaban atacando a los muertos con fuego desde la retaguardia, Los Caminantes Blancos eran apuñalados por lanzas de obsidiana que los hacían estallar en un gran charco de hielo derretido, y las arañas eran desmembradas por....
—¿Esos son gigantes? —Pregunta Jacaerys desconcertado desde el lomo de Vermax
—Eso parece hermano. — responde Lucerys desde la Reina Plateada.
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Amores y Dragones
FanfictionLucerys Velaryon y Aemond Targaryen han nacido para odiarse, desde la primera vez que se vieron tuvieron claro que su destino era luchar hasta que uno de los dos dejara este mundo, entonces ¿Qué ocurre? ¿Podrá este inocente amor evitar la Danza de D...