Cap 21: Una Familia Poderosa

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—Dejadnos. — fue lo primero que dijo el príncipe Lucerys al entrar en la cámara del pequeño consejo. Al ver que la reina asentía los hombres fueron abandonando la habitación hasta que el Velaryon quedó a solas con su madre.

—Luke...— comenzó a decir Rhaenyra, pero su hijo recitó a lord Celtigar mientras jugaba con uno de sus anillos.

—Los bastardos son traicioneros de por sí. Lo llevan en la sangre. La traición es inherente al bastardo, así como la lealtad al biennacido. —Lucerys se reía al decir aquello. Luego encara a su madre. — ¿Desconfías de mí, madre? ¿Desconfías de mis hermanos?

Rhaenyra no sabía cómo responder, sus hijo no eran estúpidos. Obviamente eran conscientes de la verdad sobre su nacimiento, pero jamás habían hablado sobre el asunto con ella, en algún momento se volvió un tema tabú entre ellos.

—Por supuesto que no.— dijo la soberana. —Ustedes son mi fuerza, mi único consuelo en este momento. Sin ustedes, ya me habría desmoronado.

—¿Entonces por qué haces esto? Los cobardes perdieron la compostura al sentir la amenaza inminente de dos de los dragones más grandes y peligrosos sobre ellos, pero eso solo demuestra que no están cualificados para aconsejarte ¿Por qué escucharlos? —Lucerys elegía cuidadosamente cada palabra antes de decirla, sabía que, con Jace en el oeste, él era el único que podía hacer entrar en razón a su madre. Una palabra equivocada lo arruinaría todo.

—Lord Celtigar es un consejero leal y eficiente Luke. — lo defiende Rhaenyra, provocando que su hijo ponga los ojos en blanco. — Sé que a Jace y a ti no les agrada, pero recuerden que la culpa de la subida de los impuestos no es suya. —Bartimos Celtigar se había visto obligado a subir los impuestos como una medida de contrarrestar el robo del tesoro real a manos de los Verdes, lo cual lo había hecho muy impopular entre los ciudadanos de Desembarco del Rey.

—Si no tuviéramos un ejército tan grande, la mitad de la población ya se habría amotinado contra nosotros por culpa de los malditos impuestos. Cuando se corra la voz de que mi abuelo está en una mazmorra, perderemos toda nuestra flota y cuatro dragones, además de que un millar de los caballeros dentro de la ciudad son leales a la casa Velaryon. —Ni el propio Lucerys sabía de donde sacó el valor para hacerle semejante pregunta a su madre. —¿Es por Daemon? ¿Estás haciendo todo esto por él?

La reina de desmoronó, al menos por un instante, se quitó la corona y se permitió ser solo Rhaenyra, una mujer enamorada, llorando sus penas en el hombro de su hijo. Al recuperar la compostura, la monarca intentó zafarse del agarre Lucerys, pero este solo apretó con más fuerza.

—Solo por esta vez madre, —suplicó el Velaryon. — déjame ser yo quien te de fuerzas, solo por esta vez.

Una lágrima caía por su mejilla al decir esto, su madre siempre había estado ahí cuando la necesitaba, solo por esta ocasión quería ser el quien le tendiese una mano amiga, o en este caso, un hombro en el que llorar sus penas.

—Pensé que podría con la responsabilidad Luke, pero no ha sido así. — admitió. — apenas duermo de la preocupación de enviar a mis hijos a la guerra. La mitad de la ciudad me llama el rey Maegor con tetas, los jinetes de dos de los dragones más grandes con vida me han traicionado, y ahora Daemon, mi señor esposo, me es infiel con una joven que apenas tiene edad suficiente para ser mi hija. —la reina volvió a romper en llanto.

—Pues castiga a los responsables.— responde Lucerys con cautela, mientras acaricia el cabello de su madre. — Los dos traidores deben ser detenidos y ser Addam nos será muy útil para esa tarea, que demuestre de esa forma su lealtad. En cuanto a Ortiga ¿Qué crimen ha cometido para que se le acuse de traición?

Amores y DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora