Cap 19: Una Victoria a Medias

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En todas las guerras hay pérdidas, esa es una verdad tan sólida como que el Sol salía durante el día y la Luna durante la noche, Rhaenyra Targaryen no estaba absuelta de esta regla. Ocho dragones habían abandonado Desembarco del Rey para ir al encuentro de sus enemigos, ciertamente no eran pocos los que consideraban que, con semejante poder a su disposición, la victoria de la soberana estaba garantizada. Cuán ilusos eran los que pensaban de esa forma.

—Cuatro barcos ¿Eso es todo?—se burlaba Dalton Greyjoy.—tres dragones le habían prendido fuego a 15 de sus naves, pero solo 4 fueron destruidas por completo, y una de las bestias había sido herida por los escorpiones durante la lucha, si ese era todo el poder que la Reina Dragón podía liberar, entonces los hijos de hierro no tenían porqué temerle.

En realidad, fue solo una casualidad que se toparan con parte de la flota en mar abierto, el objetivo de Daemon era Pike. En lugar de perder el tiempo con los barcos, Caraxes, Vermax y Ladrón de Ovejas redujeron el asentamiento ancestral de la casa Greyjoy a cenizas, justo antes de hacer lo mismo con el resto de los castillos de la Isla. Una vez entregado el mensaje, los barcos zarparon para informar al Kraken Rojo (como estaban en el mar, no se podían mandar cuervos) y advertirle de lo que sucedería si continuaba oponiéndose al régimen Targaryen.

"Si no deseas que caiga Fuego y Sangre sobre el resto de vuestras asquerosas islas. Regresen a ellas de inmediato y arrodíllense ante la casa del dragón."

El deseo de Dalton Greyjoy era responder semejante afrenta con la sangre de Daemon Targaryen, pero el disgusto por la destrucción de sus asentamientos volvió al Kraken Rojo muy impopular entre los suyos, a la vez que varios capitanes temían que una de sus islas fuera la siguiente. 

Al verse superado por el enemigo y habiendo perdido el respaldo de su pueblo, al joven marinero no le quedó más remedio que abandonar Isla Bella y liberar a todas las doncellas de noble cuna capturadas (violadas todas) aunque solo serían devueltas las que habían sido desfloradas, pero no reclamadas. Es decir, las esposas de sal ahora eran suyas, no eran mujeres libres, sino que le pertenecían a sus maridos. Si un padre o un esposo deseaba recuperar a alguna de ellas, debía pagar el precio de hierro (retar en combate singular a su esposo y derrotarlo, entonces y solo entonces, podrían abandonar las Islas) sin duda una práctica cruel, pero Jacaerys terminaría aceptando los términos más adelante.

Varios historiadores consideran que la masacre cometida por Daemon fue innecesaria, pero lo cierto es que su grupo fue el único que consiguió algo remotamente parecido a una victoria. Cuando los refuerzos llegaron a Marcaderiva, la mayor parte de la flota Velaryon se encontraba completamente rodeado por el enemigo, los dragones atacaron por la retaguardia, haciendo que fuera imposible para los piratas defenderse. Cuando Ala de Plata, Meleys y Vermithor se abalanzaron sobre ellos, los hombres de la Triarquía sintieron que el valor los abandonaba. La línea de buques de guerra se quebró; las galeras viraron y se alejaron una por una. Los dragones caían como relámpagos escupiendo bolas de fuego azul, naranja y rojo, cada una más luminosa que la anterior. Una tras otra, las naves estallaban o acababan consumidas por las llamas; los hombres saltaban al mar profiriendo gritos, envueltos en fuego; del agua se elevaban altas columnas de humo negro. Todo parecía perdido; todo estaba perdido...

La batalla del Gaznate se propagó durante la noche al norte y sur de Rocadragón, y fue una de las más sangrientas de la historia naval. Sharako Lohar había llevado una flota combinada de noventa buques de guerra myrienses, lysenos y tyroshíes de los Peldaños de Piedra; veintiocho de ellos sobrevivieron y, salvo tres tripulados por lysenos, el resto consiguió regresar a duras penas. Tras el desastre, las viudas de Myr y Tyrosh acusaron al almirante de haber enviado sus flotas a la destrucción sin arriesgar la suya, y ese fue el comienzo de la disputa que acabaría con la Triarquía dos años después, cuando las tres ciudades se enfrentaron entre sí en la guerra de las Hijas. Pero esa es otra historia.

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