˚ · ༄ ── 𝐋𝐄𝐓 𝐈𝐓 𝐑𝐎𝐂𝐊
❛El mundo no estaba preparado para la revolución que dos bandas como Ivory Lace y Guns N' Roses supondría. Drogas, alcohol, sexo, música... No nos importaba nada, nos sentíamos invencibles. Alcanzamos la cima y nos hici...
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── ESTOY ESPERANDO A MI HOMBRE AQUÍ VIENE, TODO VESTIDO DE NEGRO LO PRIMERO QUE APRENDES ES A ESPERAR
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Los Angeles, California 7th March, 1987
MARIAN.
—Pareces un pelín borracha, ¿sabes? —se burló Duff, agarrando mi cintura para no dejarme caer.
Y era verdad. Me lamentaba en el alma por haber sido tan débil como para emborracharme y caer ante los encantos del alcohol, pero supongo que era verdad aquello de que Los Ángeles te convertía en otra persona totalmente distinta. Ni siquiera podía mantenerme en pie. No estaba acostumbrada a emborracharme, pues desde luego no era algo que hiciera con mucha frecuencia, y por eso no mantenía el equilibrio, arrastraba las palabras y desviaba mi mirada. Por un segundo incluso perdí el sentido de la orientación y dudé del lugar en el que me encontraba. Por suerte, el gran y luminoso letrero del Whisky a Go Go a mis espaldas y la señal que marcaba y daba nombre a Sunset Boulevard lograron ubicarme.
Duff me sostenía de la cintura y me arrastraba hacia la acera paralela al club. Sin dudas, estábamos huyendo, y en aquel momento tan vergonzoso para mí, me parecía lo mejor. Tal vez para la gente de Sunset fuera algo muy normal ver a una chica borracha en brazos de Duff McKagan, pero, para mí, era algo mucho más que bochornoso. Para mí, aquello era más bien un auténtico fracaso y una humillación de cara al público. Pero, en lo personal, todo cambiaba, pues más bien era un logro estar en los brazos de mi amor platónico como tantas veces había deseado.
—Muy gracioso —dije bastante ida, tambaleándome e intentando andar hasta un banco que se encontraba frente al Whisky a Go Go.
—Aquí estaremos bien —se preocupó él.
Me colocó en el banco como pudo, siendo delicado y cuidadoso. Realmente, estaba en un estado muy lamentable y penoso, y podía jurar que el rubio jamás había visto a nadie en ese mismo estado. Todos sus amigos y conocidos podían beber durante horas y aún mantenerse en pie, pero yo, sin embargo, había bebido un par de copas y ni siquiera recordaba mi nombre. Supuse que era la falta de práctica, y estaba en lo cierto.
