˚ · ༄ ── 𝐋𝐄𝐓 𝐈𝐓 𝐑𝐎𝐂𝐊
❛El mundo no estaba preparado para la revolución que dos bandas como Ivory Lace y Guns N' Roses supondría. Drogas, alcohol, sexo, música... No nos importaba nada, nos sentíamos invencibles. Alcanzamos la cima y nos hici...
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── SOY UNA HIJA DE PUTA, CARIÑO NO NECESITO A UN HOMBRE QUE ME ESTÉ OPRIMIENDO
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Los Angeles, California 18th July, 1987
MARIAN.
Era medianoche, y llevaba cerca de dos horas sentada en el mismo lugar del Rainbow en el que me había sentado con las chicas cuando llegué alrededor de las siete de la tarde. Cuando mis amigas se fueron con Axl, Slash y Steven, yo me quedé allí sola. Saqué mi cuaderno en el que tenía miles de letras de canciones y partituras escritas y me puse a componer mientras tomaba un café con leche tranquilamente. Llevaba una notable cantidad de cafés bebidos durante lo que iba de noche, pero me daba igual, pues tenía que mantenerme despierta y estaba terminando una canción que, desde mi humilde punto de vista, era magnífica.
Miré hacia la ventana del club, suplicando alguna inspiración para los últimos versos de la canción, mientras que a la vez apoyaba mi lápiz sobre mis labios pensativa. De repente, vi que un coche familiar aparcaba frente a un oscuro callejón. Me quedé mirándolo fijamente, pues el automóvil realmente se me hacía muy familiar. Más tarde, vi cómo un hombre con gabardina y gorra, ambas prendas de color negro, bajaba del coche y se adentraba en el callejón tenebroso. Sin dudarlo ni un instante, recogí mi cuaderno y mi lápiz, cerré mi bolso y lo cargué en mi hombro mientras que dejaba el dinero de la cuenta en la mesa y corría deprisa hacia aquel callejón, dispuesta a conocer de quién era ese auto mate que estaba completamente segura de haber visto antes.
Cuando bajé las escaleras del club y me acerqué al callejón, me asomé por consiguiente cautelosamente a éste, pues para nada deseaba ser vista. En el callejón divisé a dos hombres; uno de ellos era el que había visto antes salir del coche, y al otro no lo conocía. Supuse que el sujeto desconocido había entrado por el otro extremo del callejón, puesto que éste contenía dos salidas a cada extremo. Observé atentamente lo que cada uno de los hombres hacía, y mi corazón se paró cuando vi cómo uno de los dos le pasaba a otro una pequeña bolsita llena de polvo blanco. Fue horrible, tremendamente horroroso. Todos esos malditos recuerdos de mi infancia venían a mi mente de forma cruel, y me debilitaban, por lo que tragué saliva y seguí mirando la escena atentamente, muy a pesar de mi sufrimiento. Divisé luego cómo el masculino del coche conocido daba media vuelta y se disponía a volver a caminar hacia el lugar en el que yo estaba. Me puse muy nerviosa en ese instante, pues temía que me reconociera.
