˚ · ༄ ── 𝐋𝐄𝐓 𝐈𝐓 𝐑𝐎𝐂𝐊
❛El mundo no estaba preparado para la revolución que dos bandas como Ivory Lace y Guns N' Roses supondría. Drogas, alcohol, sexo, música... No nos importaba nada, nos sentíamos invencibles. Alcanzamos la cima y nos hici...
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── CREO QUE SOMOS COMO EL FUEGO Y EL AGUA CREO QUE SOMOS COMO EL VIENTO Y EL MAR
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Los Angeles, California 1st April, 1987
LINA.
El sonido alto de la música en el Whisky estaba empezando a molestarme bastante, y sobre todo cuando repetían siempre la misma canción: «Rock Of Ages», de Def Leppard. Me gustaba mucho Def Leppard, pero que abusaran tanto de la misma canción me parecía una aberración. Había miles de canciones las cuales reproducir, no entendía el porqué debían quedarse estancados en una sola.
Por otro lado, la conversación entre los chicos empezaba a ser aburrida, pues iban demasiado borrachos como para hablar sobre algo serio con ellos. Esto no era extraño, por supuesto, y todos en el Whisky parecían ir igual o más borrachos que ellos, pero para mí aquello aún era algo desagradable a lo que debía acostumbrarme pronto. Mis amigas, al contrario que yo, parecían haberse hecho rápidamente al estilo de vida de los Guns, y eso me preocupaba más que otra cosa. Todo el mundo por estas calles sabía que ellos eran los «perros callejeros», los «chicos malos», y que vivían como tales. No quería ver a mis mejores amigas tan hundidas como ellos.
Respecto al alcohol, nosotras no parecíamos tan borrachas como ellos, a excepción de Tiana, por supuesto. Para mí, la bajista ya era un absoluto caso perdido. Por mucho que intentaba que se fuera haciendo más madura o que fuera más consciente y responsable de sus actos, no lograba hacer que entrara en razón. Tiana Aguilar era algo imposible, un caso perdido. Incluso a veces le decía que me hacía recordar a Axl, algo que tampoco le importaba mucho, pero era la realidad. No había nada que hacer con ella, no podías ir contra ella. Era un animal salvaje indomable.
—¿Estás bien? —me preguntó Claudia, quien estaba sentada a mi lado.
Mis amigos reían y yo ni siquiera sabía el porqué. Miraba mi copa de vino blanco mientras me sumergía en mis propios pensamientos y rascaba mi nuca pensativa. Me parecía mucho más interesante eso que escuchar las estupideces que decían los chicos en su estado de ebriedad. Sobrios ya eran casi insoportables, pero ebrios podían ser muy cansinos. Todas aquellas fábulas y cuentos de hadas sobre los Guns siendo divertidos y acogedores eran ciertas, pero solamente se contaba la cara buena y sólida de la historia.
