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Por alguna extraña razón estar en aquella zona le hacía sentir cómoda, como si se sintiera en casa. El frío de los pinos y los colores le hacían sentir como si su magia perteneciera a la naturaleza, incluso podía decirse que sentía un cosquilleo interesante.

— ¿Todo en orden?, ¿quiere descansar? —preguntó Hans preocupado, no la conocía tanto como para saber qué pasaba por su mente con tan solo verla.

— Si, es solo que este lugar.. ¿no sientes algo extraño?

— ¿Aparte del frío? —preguntó cubriendo sus brazos.

— No, jamas había estado en un bosque así —pasó su mano por los troncos que se cruzaban por su camino llenándolos de escarcha— es bastante cómodo para mi.

— Ha vivido con el frío toda su vida, claro que está cómoda.

— ¿Fue sarcasmo? —le pregunto amenazante, el pelirrojo no volvió a abrir la boca— eso pensé.

Continuaron caminando sin un rumbo fijo, ha decir verdad aquella escarcha tenía un propósito, quería asegurarse de que no se encontraban dando vueltas en círculos; el bosque parecía igual ha cualquier lugar que se dirigieran.

Aquello comenzaba a volverse cansado, a pesar del frío del lugar el sol los mantenía un poco calientes pero no solo eso, también hacía que se cansaran más rápido. Al ser personas que pertenecían a un palacio jamás habían hecho actividades cómo está, sobre todo Elsa, haciéndola sentir inútil.

— ¿No te enseñaron a ubicarte en el bosque? —preguntó Elsa algo cansada, pero le gustaba.

— No mucho, no se si sabías pero soy el doceavo hijo Westergaard —Elsa alzo una ceja confundida, no entendía a qué quería llegar con eso—. Al ser el último y el más pequeño de todos, mis padres ya estaban agotados, tenían más responsabilidades y se encargaban de preparar al heredero al trono.

— ¿Qué hay de los demás?

— Claro que tenemos una herencia, pero.. no contamos con una preparación como los tres primeros hijos.

Hubo un silencio incómodo, jamás pensó que unos padres fueran capaces de hacer eso, claro que no podía comprenderlo ya que solo eran Elsa y Anna en el castillo pero debió ser duro para él. Sintió como su corazón se ablandó ante las duras palabras del pelirrojo, no podía creer que algo así sucediera y tampoco quería aceptarlo.

— Te estaba poniendo a prueba en realidad —sonrió un poco nerviosa, miro a su alrededor tratando de buscar alguna señal para ubicarse, pero nada. Tomó una rama que estaba en el suelo y empezó a dibujar—. Esta es la montaña de la flor, ese es el norte, a partir de ahí te guías para encontrar el este, oeste y sur, sirve mucho cuando estás en el agua por que por alguna razón la corriente siempre va hacia el este en territorios cerca de Arendelle.

— ¿Ha usted si le enseñaron?

— Claro que no, es solo que cuando eres reina debes de saber estas cosas por obligación —notó un poco de desánimo en el mayor— hey, no está mal que un príncipe conozca de esto. Cualquier cosa puede pasar.

Ambos se miraron con una sonrisa para después llevar la mirada hacia otro lugar, de repente aquel sonido característico que hace el estómago cuando tiene hambre se escuchó en Elsa. Cubrió su abdomen avergonzada y decidió ignorar aquel detalle empezando a caminar.

— Creo que tienes hambre.

— Creo que no, debemos de seguir..

— Por favor reina, permítame darle su comida —la tomó de los hombros y la obligó a sentarse en una roca— no puedo permitir que camine en estas condiciones, ya regresó.

Lealtad [Helsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora