8

402 37 1
                                    


— Elsa ya es hora, nos están esperando —dijo Hans poniendo una mano sobre el hombro de la chica.

Apenas eran las cinco de la mañana cuando pusieron en marcha el plan, saldrían más temprano de lo usual para poder entrar por aquellos pasadizos secretos de Arendelle. El plan era el siguiente, ellos los escoltarían hasta la entrada del bosque a partir de ahí Elsa y Hans debían de correr con la suerte de no perderse de nuevo y entrar a Arendelle sanos y salvos; la noche antes de partir Elsa le explicó a Hans una clase de pasadizos secretos que lo llevarían hasta la alcoba real.

Poco a poco se fueron alejando de aquella aldea hasta no ver ningún rastro de ella, Elsa miró al frente con cierta tristeza, de verdad había amado ese lugar le dolía alejarse de aquel lazo que hizo con todos los habitantes, fue como si se conectara con todos, cosa que no pasa en Arendelle.

El camino estuvo silencioso hasta llegar a los límites del bosque, las personas que iban acompañándolos se despidieron deseándole un buen regreso a casa y que esperaba su pronta visita.

— ¿Estás bien? —preguntó Hans a la chica quien parecía con ganas de llorar.

— Por supuesto, vamos antes de que se haga más tarde.

Ambos caminaron por un largo camino estrecho hasta llegar a una una zona rodeada de pinos y plantas espinosas, claro que nadie se atrevería a caminar por ahí. Por suerte, Elsa sabía exactamente por donde caminar para que esas espinas no tocaran un solo centímetro de su piel.

Llegaron a una pared de piedra bastante descuidada, tal vez había pasado mucho desde que fue usada por última vez. Hans se acercó a la pared y tocó una de esas piedras viejas ocasionando que cayera al instante.

— No toques nada —le regaño, activó una clase de palanca y jalo de está abriendo las puertas escondidas—. Ahora escucha bien, este camino te lleva solamente a una habitación pero si tomas el camino incorrecto te llevará a una trampa que activará una alarma para que todos los guardias asistan, y solo yo puedo desactivarla antes de que se active.

Procedió a explicarle hacia qué dirección tenía que llegar, sabía que Hans era inteligente y no se olvidaría de algo tan sencillo como eso si su vida dependía de ello.

— Una vez llegues a la habitación no abras la puerta, lo haré yo ¿de acuerdo? —el pelirrojo asintió varias veces, sentía que se preocupaba demasiado—. Ten cuidado.

Durante su traslado a la puerta principal del pueblo rezaba a los espíritus de bosque que tomara el camino correcto. Llegó a la entrada principal de Arendelle, antes de continuar con su camino miró hacia el bosque pensando en si era necesario regresar, no podía arrepentirse ahora, Hans se encontraba en aquellos pasillos peligrosos no podía dejarlo solo.

De repente las campanas comenzaron a sonar mientras uno de los guardias gritaba.

— ¡La reina ha vuelto!, ¡la reina ha vuelto!

Toda una aglomeración se acercó a la puerta para recibirla con sonrisas y lágrimas, incluso los guardias estaban felices de tenerla de vuelta, entre la multitud una voz bastante conocida empezó a escucharse cada vez haciéndose más y más fuerte. Es Kristoff. Corrió hasta ella para recibirla con un abrazo fuerte y largo. Jamás pensó recibir algo así de su parte.

— Elsa te extrañamos muchísimo.

— Y yo a ustedes —dijo tratando de contener las lágrimas— ¿donde está Anna?.

— Créeme ella realmente necesita verte, vamos no hay que perder más tiempo —tomó su mano y junto con los guardias caminaron hasta el castillo.

Al llegar a su hogar parecía bastante triste, no tenía la misma felicidad con la que lo había dejado. Anna se encontraba en la oficina real, si bien, podía llorar todo lo que quisiera, no podía dejar sus responsabilidades de lado después de planear una posible guerra entre las Islas del Sur y Arendelle.

Lealtad [Helsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora