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— No, esperen —dijo casi sin voz ante la noticia mientras se abría paso entre los guardias.

Kristoff la detuvo, no podía delatarse frente a todos en un momento así. Nadie conocía la historia que había detrás de todo esto, la historia de amor que había entre dos jovenes desafortunados.

Lo único que pudo ver era a Hans siendo sujetado por los hombros con fuerza, con la mirada perdida y parte del cuello roja gracias al empujón que recibió por parte de Anna, si que tenía fuerza.

— No pueden —susurro mientras intentaba contener las lágrimas.

— Elsa —exclamó Anna corriendo hacia ella para abrazarla— estoy agradecida de que estés bien, el no volverá a acecharnos eso te lo prometo.

— ¿Cómo lo encontraste? —preguntó con la mirada llena de tristeza.

— No es momento para hablar del tema, hay muchas personas —miró a su alrededor al sentir una que otra mirada puesta en ambas—. Me encargaré de este asunto con el consejo, tú puedes estar tranquila.

— ¿Estás bien, amor? —preguntó Kristoff.

— Por supuesto, acompáñame —extendió su mano con una pequeña sonrisa—. Tenemos un asunto que atender querido rey, esto nos concierne a los dos —Kristoff tomó su mano y antes de irse miró a su hermana— mandaré unos guardias para que te protejan en cualquier caso, estoy segura que iba tras de ti ya que estaba en tu habitación.

— Gracias —dijo con la mirada puesta en Hans quien se encontraba cada vez más lejos de ella.

Todo dentro del castillo era un caos, no pasó mucho tiempo para que la noticia que habían capturado al tirano que intentó asesinar a la familia real de Arendelle se encontraba tras las rejas una vez más.

Esta vez lo habían encerrado en una celda especial donde la cerradura era más difícil de abrir y ni siquiera tenía una ventana por la cual pedir ayuda, estaba perdido y condenado, finalmente pagaría los actos que cometió como debería de ser.

Ambos estaban abatidos por lo sucedido, hace unas horas estaban felices por que pronto compartirían aquella libertad que tanto anhelaban pero todo les fue arrebatado. Ninguno de los dos tenía la energía suficiente como para continuar su día, por un lado estaba Hans en la celda tirado en el suelo con una cobija que apenas le cubría el cuerpo mientras que por el otro lado Elsa estaba encerrada en su habitación por voluntad propia, muerta de preocupación y sin dejar de llorar.

Las personas del castillo suponían que era normal que Elsa estuviera encerrada las 24 horas del día, después de todo, encontraron a Hans en su habitación, cualquiera estaría aterrado por ello pero Elsa no, Elsa conocía la verdad y eso era lo que más le lastimaba.

Se había reunido Anna, Kristoff y el consejo real en la sala de juntas para tomar una decisión que cambiará el rumbo de las cosas. Todo ahí era un mar de preguntas sin responder, todos estaban preocupados por cómo pudo evadir toda la seguridad o como si quiera llegó a la habitación de Elsa.

— ¿Cómo entró Hans al castillo? —preguntó un consejero sentándose en la silla.

— Lo importante aquí es saber que hacer con él, esta junta será la única que tendremos para hablar del tema —dijo otro golpeando sutilmente la mesa con su puño mientras hablaba— no podemos volver a repetir el mismo error que, con respeto a su hermana por supuesto, la reina Elsa cometió.

— Estoy de acuerdo, no podemos darle la oportunidad de hacerlo otra vez.

— Creo que todos estamos de acuerdo con el castigo más obvio que debería de tener —dijo un señor ya mayor mirando a todos con seriedad, sobre todo a Anna— no podemos perder más tiempo y deshagámonos de esa amenaza, si lo hizo dos veces de seguro habrá una tercera.

Lealtad [Helsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora