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Conforme avanzaban los días Elsa se la pasaba encerrada en su habitación, de vez en cuando salía al jardín o al pueblo para disminuir las sospechas, sin embargo, era peor cuando trataba de pasar tiempo con su hermana. En las comidas familiares, incluso en las citas donde se necesitaba de ambas para saludar a algún aliado vecino se sentía incómodo; no podían verse en pintura siquiera.

Anna estaba molesta de que a su hermana la estén manipulando para que se alejara del castillo, de su hogar, mientras que Elsa estaba molesta por que no quisiera dejarla libre. Si hubiera sabido los pensamientos de su hermana tal vez nunca hubiera regresado a Arendelle.

Ninguna tenía el valor para hablar de lo sucedido y solo sufrían en silencio ante la ausencia de la otra, no era común que ambas pelearan, sin duda se avecinaban tiempos obscuros para Arendelle.

Estaba lloviendo, no podían salir siquiera a pasear por el castillo gracias a un apoyo que se le brinda a los empleados del castillo en lluvias como esas, se les otorgaba una habitación para esperar y regresar a casa cuando dejara de llover.

— ¿Por qué no te disculpas con ella? —preguntó Hans entrelazando sus dedos con el cabello de la albina para hacerle una trenza— sabes que solo actuó por impulso.

— Se que Anna es así pero debe de aprender a comportarse, lo hizo en un lugar abierto Hans, incluso me lastimó —le mostró la marca que apenas empezaba a quitarse de su muñeca— no puedo hacerlo.

— Si quieres decirle sobre nosotros debes de arreglar esto.

— ¿Estás defendiéndola? —volteo a verlo arqueando una ceja— yo hice bien en defenderme, todos me miran como si la hubiera atacado.

— Cielo, si tú atacas a Anna no estás solo atacando a tu hermana —terminó de hacer la trenza y la abrazó por detrás— estás atacando a la reina de Arendelle, cuya reina apenas empezó a gobernar. Ni siquiera la gente sabe por qué hicieron ese cambio.

— Tienes razón —soltó un largo suspiro y acaricio las manos de Hans— espero irnos pronto.

— Al menos resuelve esto, así podremos venir cuando queramos —beso su hombro y se apoyó sobre él mismo— por favor, incluso yo siento incomodidad.

— Tu ganas, tu ganas.

— ¿Y qué me gane? —preguntó Hans juguetón.

— Un.. —miró a su alrededor tratando de encontrar una recompensa— un beso.

— Que lindo premio —sonrió recibiendo un corto y rápido beso de su amada.

Elsa se levantó de la cama para pararse frente al espejo y ver aquella trenza que el pelirrojo le había hecho con tanta emoción. No había entendido por qué le había pedido con tanta insistencia que le enseñara a hacer algo tan básico como eso.

Hans llegó por detrás volviendo a abrazarla mirándose en el espejo.

— ¿Alguna vez pensaste que terminaríamos así? —comentó Hans curioso.

— Te quería muerto ¿recuerdas? —Elsa empezó a reír, giró un poco su cabeza para verlo— fue una sorpresa que termináramos así.

— ¿Te digo algo? —Elsa asintió— al inicio vine a Arendelle solo por ti, decían que eras tan bella como la nieve y quería comprobarlo, fuera de mis verdaderas intenciones, siempre me interesaste tu.

— Por eso..-

— Por eso te salve del candelabro —se confesó finalmente asustado por lo que fuese a pensar de él— se que tenía intenciones malas en ese momento, pero tenía que mantenerte a salvo.

Lealtad [Helsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora