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El guardia la llevó al salón donde tomaban decisiones importantes, ¿acaso ya habían decidido deshacerse de ella?, no estaba lista para ello ni mucho menos se sentía bien sabiendo la clase de comentarios que hacían a sus espaldas, a pesar de ser la reina no estaba libre de aquellas miradas dolorosas o comentarios que le molestaban.

Al entrar a la habitación estaban presente todos los consejeros del reino, a pesar de ser lo que su padre eligió para ella y haber demostrado su lealtad hacia ella, sabía que después de todo no terminaba de agradarles.

— Señores.

— Reina Elsa —todos se pusieron de pie, una vez cerrada la puerta regresaron a sus asientos.

— Tenemos cosas importantes que hablar con usted —dijo un consejero acomodando sus lentes, tomó una hoja y empezó a leer—. El consejo real ha decidido elegir una pareja para la reina de Elsa de Arendelle, después de su ausencia no podemos arriesgarnos a dejar solo el trono por lo qué hacemos la petición de buscar un esposo y así tener un heredero al trono.

— ¿Es una broma? —alzo una ceja ofendida, ¿un esposo?, creyó que había sido bastante clara con ello—. Quieren deshacerse de mi, pensé que había quedado claro lo preparada que estoy de cuidar el reino, de protegerlo —bajo la mirada a sus manos.

— Sabemos lo poderosa que es, nadie lo pone en duda, pero cualquiera puede acabar el reino en segundos si usted decide ausentarse y no podemos arriesgarnos.

— Pero yo-

— Su hermana estaba apunto de iniciar una guerra —otro consejero la interrumpió alzando la voz—. Su hermana tiene carácter y claro que nos ayudó a resolver muchas problemáticas que usted tardó en decidir, pero el hecho de casi iniciar una guerra nos hizo darnos cuenta lo vulnerables que somos.

— Tenemos aliados —respondió Elsa intentando deslindarse de aquella obligación, no quería casarse.

— Cuyos aliados pueden volverse nuestros enemigos en cualquier momento, un aliado conyugal no puede negarse a apoyarnos. Nunca.

Tener un esposo significaba algo malo para ella, sabía que en cuanto tuvieran un varón en el trono ella no sería tomada en cuenta como lo es ahora, se volvería un objeto, un trofeo. A pesar ser vista como la reina de Elsa sabría que la realidad sería diferente dentro de aquellas juntas.

— Tengo que retirarme —se levantó de su asiento y empezó a caminar hacia la salida—, tengo que pensar todo esto, no puedo seguir aquí.

— Necesita hacerlo, tarde o temprano es algo necesario su alteza —hizo una pequeña reverencia al ver que abrió la puerta—. No queremos tomar medidas drásticas contra usted.

¿Aquello era una amenaza?, era increíble como un grupo de ancianos conspiraban contra ella sin dudarlo, no tenía trabajo que hacer, no tenía a donde ir más que a su habitación. Tocó la puerta dos veces y la abrió, parecía que nadie estaba en sus aposentos se había escondido bastante bien esta vez.

— Puedes salir —dijo Elsa cerrando la puerta con seguro—. Soy yo.

— Su alteza —salió de su escondite e hizo una reverencia—, ¿por que viene tan temprano?

— No haga eso —lo tomó de los hombros y lo obligó a levantarse— ya tuve suficiente de eso.

— ¿Todo en orden? —preguntó Hans preocupado por aquel comentario— ¿peleó con Anna?

— No es eso, deberes del castillo, no entenderías —se alejó del pelirrojo para ir hacia aquel baúl con urgencia, empezó a buscar aquella prenda que le ayudaba en situaciones cómo estas— ¿Donde esta?, ¿¡donde esta!?

Lealtad [Helsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora