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Sonrío cuando Jungkook se deja caer sobre la manta dejando su cabeza en mi regazo. Ya había salido el sol y habíamos venido al prado.

Habíamos tenido que pedir traer a un grupo de niños para poder escaparnos y venir, estas últimas semanas eran las más duras de trabajo, y planear citas con Jungkook era imposible.

— No me puedo creer que me hayáis traído a una cita a traición —ambos miramos a Dal— Y para que cuide de los niños que vosotros habéis ofrecido a traer —sonrío.

— Perdón, te debo una —uno mis manos en una súplica. Me desafía con sus ojos fríos— ¿Por favor? —sonrío.

— Tú, yo también quiero un diamante —señala a Jungkook antes de girarse— ¡Venga, niños, vamos a bajar a ver las flores!

Todos comienzan a correr hacia la parte de las flores. Sonrío ilusionada. Sabía que Dal sería mi aliada, aunque le hubiera engañado para que viniera. Si le hubiera dicho que tendría que ocuparse sola de veinte niños mientras yo tenía una cita, seguro que me hubiera lanzado por el mirador.

Jungkook sonríe cuando estrujo sus mejillas.

— ¿Sabes lo que pensé antes? —me mira mientras sacaba comida que había preparado se la cesta para dejarla a nuestro lado. Él se incorpora.

— ¿El qué? —se roba una fresa para morderla.

— Que pasaremos juntos la Navidad —sonrío con ilusión— Y es la época más linda del año.

— ¿Te gusta la Navidad? —asiento.

— Mis vecinos solían decorar el árbol de su jardín, y sus hijos me avisaban todos los años para ayudar —sigo sacando comida— Hay mucha comida y nieva... me gusta la nieve.

— Compraré un árbol enorme para nuestra casa —sonrío de forma tímida sintiendo mis mejillas arder.

Nuestra casa, sonaba demasiado bien e irreal. Cada vez que pensaba que había accedido a mudarse a Busan sentía unas mariposas revoloteando por mi vientre. Supongo que primero iría a Seúl para gestionarlo todo y luego vendría. Tenía muchas ganas. Me daba pena dejar a mis padres, pero estaba feliz de empezar una etapa, y que Jungkook fuera mi compañero para ella.

— ¿De dónde has sacado toda esta comida? —lo mira todo— Nada de esto es de la cafetería.

— Tal vez me despertara a las cinco de la mañana para ir al pueblo donde está el doctor... —le corto un trozo de tarta de queso y se la entrego— ...y lo preparara todo antes de que diera la hora del desayuno —prueba la tarta y eleva sus cejas— ¿Está rica? —sonrío cuando asiente muchas veces. Pruebo yo de la mía.

Ni se había percatado de que me había levantado de madrugada, tenía el sueño demasiado pesado, nada le despertaba. Dal me acompañó pero durmió todo el camino en el vehículo.

— Eres perfecta —le doy una sonrisa mientras se acercaba para dejar sus labios en los míos de forma superficial— ¿¡Eso es brownie!? —lo agarra.

— Sí, y eso otro muffins con arándanos —le miro— Ah, y todo sin azúcar, ya aprendí la lección —le doy una mirada molesta.

— Ah, sí... —sonríe— Lo siento —besa mi hombro colocando ojos suplicantes. Sonrío— Ahora sí que quiero azúcar.

— Pues no —sonríe volviendo a su lugar— Ahora no quiero yo —le codeo con diversión.

Él sigue disfrutando de la comida mientras escuchábamos los gritos de los niños jugando. Le había pedido que no desayunara para que comiera de lo que había preparado. Era mi forma de agradecerle y hacerle un regalo. No tenía dinero para comprarle algo caro, pero podría usar mis dotes de cocina y arte; ya había empezado a diseñar el primer traje de hombre que haría en mi vida, y se lo regalaría a él. Tenía que pedirle a Juna ayuda para las telas y para conseguir alguien que supiera sobre costura.

Amor de Verano +18 ©JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora