1 Regreso 💖🔥

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«Nunca regreses. No importa lo que pase ni cuánto te ruegue venir aquí, nunca lo hagas. Prométemelo, Sage».

El sonido del motor del avión se siente cada vez más nítido, un susurro que de pronto se torna en una voz firme, casi violenta. Una voz que te saca de eje, que hace que tu corazón vibre y los latidos aumenten. Todos sentimos algo cuando un avión se pone en marcha, cuando las enormes ruedas comienzan a deslizarse por el pavimento. Me cuesta acostumbrarme al sonido, al miedo que me invade por milésimas de segundos. No creo que alguna vez lo haga.

Sostengo la botella de agua que me ha dado la azafata y presiono mis dedos en ella. El avión comienza a moverse con mayor velocidad; la carrera final antes de levantar vuelo. Mi corazón bombea sangre como un loco. Entonces sucede la magia. El avión se eleva en el aire. Del dolor del primer impulso y los desbocados latidos ya solo queda un susurro, un leve temor como indicador de lo que fue, de lo que superé.

La ciudad de Nueva York se ve hermosa desde el aire, pero es incomparable a mi Luisiana, a mi Nueva Orleans, al lugar donde crecí.

«Nueva Orleans».

Su mezcla cultural, sus tradiciones, su modernidad. Nunca he podido olvidarla, como tampoco aquello que dejé atrás y la manera en que rompieron mi corazón.

Creo que la vida tiene que ver con esto. Renunciar, morir y renacer, pero ¿cada vez que renaces lo haces con la misma fuerza?

He llegado a tener fama y fortuna, personas que alaban mi belleza, y aun así jamás olvidaré Nueva Orleans, lo mucho que te amé, y me gusta pensar que en el fondo tú también me amaste a mí, aunque sea un poquito. Lo mucho que amé a mi padre y a mi madre, que siempre me dieron lo mejor. Hay cosas que no tienen precio, sentimientos que permanecen hasta la eternidad. Mi cuerpo llegó a Nueva York hace quince años, cuando solo tenía dieciocho años. Mi corazón murió en Nueva Orleans ese día.

Ya no quiero vivir en el pasado. No puedo. Hoy decido regresar para recuperar mi alma, para mirar al futuro sin lágrimas en los ojos, para acunar el presente sin el dolor de la pérdida.

Necesito cerrar el ciclo, un círculo doloroso en el que jamás pude encontrarme a mí mismo.

****


Nueva Orleans, Luisiana

Quince años atrás...

—Sage, corta algunas manzanas y tráelas, por favor. Estoy retrasada.

El muchacho sonrió.

—No puedo.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó su madre mientras cortaba las patatas y las zanahorias, y las colocaba en una enorme cacerola para preparar el guiso que ese día serviría a los trabajadores.

Jonas D. E Libro 2 (Romance gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora