Sage miraba el techo. Los caireles se movían con la brisa que entraba por el ventanal. Les daba un respiro a él y a su amante. La cama crujía al ritmo de las fuertes embestidas de Jonas en su interior. Sage estaba a horcajadas sobre él. Jonas lo sujetaba de ambos brazos y lo mantenía en posición para recibirlo. La planta de los pies de Jonas estaban sobre el colchón y sus caderas subían y bajaban a un ritmo frenético. Sage pensó que iba a desmayarse. Jonas era una máquina de sexo, algo así como un «terminator» sexual.
Sage había estado con dos hombres aparte de Jonas, y con seguridad podía decir que jamás en su vida lo habían follado de esa manera. Jonas Carradine superaba cualquier fantasía erótica que su mente calenturienta hubiera soñado. Gimió y apretó el pene en su interior cuando se corrió sobre el abdomen de Jonas y lo salpicó. Su esencia tocó los labios del hombre, quien la chupó como su manjar. Fue ese instante en donde se vino en su interior.
Sage se desmoronó sobre su cuerpo. Jonas le acarició la espalda y las nalgas. Las palabras no eran necesarias, solo se miraron y besaron con el hambre intacto, con la lujuria que latía en sus pieles sudadas.
—Eres fantástico. —Sage dejaba besos cortos en su barbilla y en la comisura de los labios—. Follas como nadie.
Jonas volvió a besarlo y arregló el cabello rubio, que estaba mojado, del mismo modo que el de él. Rieron ante la locura que estaban viviendo. Les encantaba tocarse, mirarse en medio de los embistes, disfrutar el rostro del otro cuando llegaba al orgasmo. Jonas lo sostuvo entre sus brazos con sus ojos cerrados. Sage se humedeció los labios y con su dedo índice pinchó la mejilla del hombre. Jonas sonrió.
—¿Estás bien?
—Más que bien —respondió con entusiasmo a su amante, quien le dio una mirada dulce.
Sage se bajó de la pelvis.
Jonas se quitó el condón y lo arrojó hacia el costado, como había hecho con el anterior.
Sage acarició al hombre despacio. Grabó cada músculo y el tatuaje en forma de estrella por encima del hueso de la cadera. Sus ojos fueron a la impresionante hombría, la cual sujetó y acarició despacio. Todavía estaba caliente.
—¿Qué pasa?—preguntó Jonas cuando las caricias iban en aumento.
—Lo quiero en mi boca. ¿Puedo?
Jonas lanzó una carcajada.
—¿Cuántos hombres dirían no a una propuesta como esa?
Sage lo besó de nuevo, chupó el labio inferior y lo saboreó.
—Eres insaciable.
—No lo soy —replicó mientras dejaba besos cortos en su barbilla y cuello—. Te juro que esto no me ha ocurrido nunca.
—Quizá no has estado con los amantes correctos.
Sage le ofreció una sonrisa pícara y esparció besos sobre su cuello, pectorales, por cada porción de su torso, hasta que llegó al enorme pene, el cual se hundió entre sus carnosos labios rojo cereza.
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Jonas D. E Libro 2 (Romance gay +18)
RomanceHace diez años que Sage no vuelve a su pueblo natal. Después de todo, nadie regresa al lugar donde le rompieron el alma. Fausto Carradine fue su gran amor de juventud, uno que lo humilló y lo dejó cuando más lo necesitaba. Sin embargo, hay personas...