Quizá la palabra «caliente» no le hiciera justicia después de todo. No había palabras para describirlo, o al menos Sage no encontraba en su cabeza atontada. El chiquillo castaño escuálido que estaba en su memoria nada tenía que ver con este hombre imponente y, sí, muy caliente que daba pasos hacia él lleno de felicidad y con una sonrisa que a cualquier mortal llevaría a un orgasmo.
—Amigo. —Jonas lo abrazó con tanta fuerza.
Sage correspondió el gesto con la misma intensidad.
Las lágrimas no tardaron en aparecer en ambos.
—Jonas. —Sage respiró su aroma. Olía a jabón y ropa limpia, un aroma protector que se combinaba con leves toque de azahar. Dios, olía divino.
Jonas lo soltó y lo sujetó del rostro. Sus manos eran enormes, pero tan suaves como la seda. Sage puso las suyas encima.
—¿Qué carajo haces aquí?
—He venido a arreglar lo de...
—Sí —interrumpió el arquitecto. Le acarició la mejilla, y ambos se limpiaron las lágrimas como hacía quince años—. De verdad lo lamento.
Sage volvió a abrazarlo. Lo hizo con hambre y desesperación. Jonas correspondió con la misma fuerza. Intenso y apasionado, nada parecido al primer abrazo de emoción. Aquí había algo más, una necesidad de consumirse. Alguien tosió detrás de ellos. Ambos reaccionaron y recordaron que no estaban solos.
—Louis. —Jonas sonrió y se despegó de Sage para saludar al abogado.
—¿Cómo estás, Jonas?
—Mejor que nunca —respondió alegre—. Vengan, pasen. —Caminó delante de ambos hombres.
Sage le sujetó el brazo a su amigo, quien estaba muerto de risa. Los ojos del modelo fueron al trasero de infarto.
—¿Te imaginas las sentadillas que debe hacer?
—Cállate —susurró para que su amigo cerrara la boca.
—Aunque sin duda me quedo con el enorme bulto que alardea.
—¡Louis! —Sage lo golpeó, y este dio una risilla—. ¿Por qué no me dijiste que había cambiado tanto? ¡Casi no lo reconozco!
—Porque no me creerías. Además, jamás pensé que debería interrumpirles una follada al aire libre cuando apenas se reencuentran.
—¿De qué estás hablando?
—Sage, a mí no me mientas, zorra. Te conozco.
—Me dio mucha alegría verlo después de tanto tiempo, eso es todo —aclaró con un tierno rubor en las mejillas.
—¡Vengan! —gritó Jonas al ver que sus amigos se habían quedado en medio de una conversación.
Sage le dio un empujón a Louis y entraron al interior de la vivienda. Una sala de estilo campestre con muebles rústicos se combinaba con antigüedades.
—Siéntense, por favor.
Se acomodaron en el sofá color chocolate de la sala.
Jonas se ubicó en uno de los sillones al lado de Sage y puso la mano sobre su rodilla.
—Cuando mi secretaria me llamó, apenas lo creí. ¡Estás aquí!
Sage le agarró las manos y las puso entre las suyas con una sonrisa tímida.
Louis entornó los ojos.
—Louis me dijo que eres el mejor.
Jonas le sonrió al abogado.
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Jonas D. E Libro 2 (Romance gay +18)
RomanceHace diez años que Sage no vuelve a su pueblo natal. Después de todo, nadie regresa al lugar donde le rompieron el alma. Fausto Carradine fue su gran amor de juventud, uno que lo humilló y lo dejó cuando más lo necesitaba. Sin embargo, hay personas...