El departamento había quedado vacío. Lo había estado por dos meses. Sage le pidió a Sony que se fuera de allí apenas comenzó el proceso de divorcio. Este, como respuesta, le contó con cientos de mensajes las veces que había llevado a sus amantes allí. Era un idiota, no por haberlo engañado, sino por pensar que a Sage le importaba.
Solo había quedado una mesa ratona y el sofá blanco enorme de la sala, uno al que Sage le daría un buen uso esa noche como despedida de Nueva York.
—¿Y qué piensas?
Jonas frunció los labios.
—¿De verdad me estás preguntando eso?
—Sí, y quiero que me contestes.
—Estoy a punto de tener una erección. ¿Eso responde a tu pregunta?
Se ajustó la media y el liguero, que estiró en su pierna derecha. Después se colocó los tacones y la bata transparente. El fotógrafo le había regalado las mismas prendas que usó para la campaña publicitaria. Jonas tendría la misma imagen de la revista, solo que en vivo y en directo. Peinó su cabello, apoyó sus rodillas en el sofá y se sentó sobre los talones. Sujetó el plug en su mano y lo untó con el lubricante que estaba en la mesa ratona junto a dos copas y una botella de champaña. Despacio, lo colocó en su interior y deslizó la tanga para que lo mantuviera allí oculto.
—Llego en cinco minutos. Logré evadirlos.
Sage se mordió el labio inferior. Bien, su prometido era genial al momento de esquivar a la prensa que lo esperaría en el hotel donde se estaban hospedando.
—Te estoy esperando. —El modelo dio una risilla. La verdad era que le encantaba el hormigueo en su cuerpo cuando sabía lo que vendría.
Tenía todo lo necesario para esa noche; la champaña, las copas, la hielera de acero inoxidable y mucho lubricante. Sacó del bolso que llevaba un perfume y se roció algunas gotas más. El aroma dulce frutal impregnó cada espacio.
Era extraño ver el departamento así de vacío. Ellos mismos trasladarían al día siguiente los escasos muebles que habían quedado. Lo harían en la camioneta de Jonas debido a que no habían tenido lugar en el camión de la mudanza. Hacía años que Sage no hacía un viaje tan largo en vehículo. Le encantaba pensar que ahora lo acompañaría Jonas.
Las luces estaban muy bajas. Sage sacó los pétalos de rosa que tenía guardados y los esparció por el sofá. Si bien no había raso, quedaba hermoso. Encendió un par de velas cuadradas que había robado del hotel. Era por una buena causa. Además, las devolvería después.
Cuando el timbre sonó, acomodó la bata y caminó despacio con los tacones. Lo había hecho pocas veces, por lo que había una posibilidad de caerse y quebrarse el tobillo. No pasaría, no esa noche. Revisó por la mirilla de la puerta, y allí estaba su prometido con una camisa blanca entallada y un jean que infartaba. Se escondió detrás de la puerta y la abrió. Jonas ingresó y miró la escasa luz del ambiente y las velas. Sintió que la puerta se cerraba detrás de él y se giró hacia allí solo para encontrarse con el hombre más bello del mundo. Lo más excitante de todo: era suyo. Sus ojos oscuros barrieron cada porción de piel. Los zapatos, las medias, el liguero, la tanga, esa bata transparente que lo cubría con sensualidad, el cabello, los ojos, esa boca hermosa que muy pronto estaría gimiendo con sus embestidas.
ESTÁS LEYENDO
Jonas D. E Libro 2 (Romance gay +18)
RomantizmHace diez años que Sage no vuelve a su pueblo natal. Después de todo, nadie regresa al lugar donde le rompieron el alma. Fausto Carradine fue su gran amor de juventud, uno que lo humilló y lo dejó cuando más lo necesitaba. Sin embargo, hay personas...