25 Ámame 💖🔥

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—Sage, por Dios

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—Sage, por Dios.

Un nuevo chupetón.

Jonas lo sujetó del cabello y lo acercó más. Sus bocas se devoraban.

—Te deseo.

Jonas no iba a controlarse más cuando tenía a ese manjar que se ofrecía sin pudores.

—Sube a la camioneta, a la parte trasera —susurró antes de chuparle el labio inferior.

Las luces de los autos se reflejaban sobre el pavimento mojado y los encandilaban. Ambos vehículos estaban apostados a un costado de la carretera.

Sage subió a la parte trasera de la camioneta de Jonas, y este lo hizo detrás. El espacio era incómodo para dos personas que necesitaban margen de maniobra. Sage comenzó a desprenderse el pantalón y tiró de sus zapatos. Costaba muchísimo despegar la ropa mojada de sus cuerpos, pero valía el esfuerzo. Sage quedó desnudo de la cintura para abajo en cinco segundos. Jonas se quitó la camisa y se desajustó el cinturón. Llevó el pantalón junto con el bóxer hasta la mitad de la cadera. Sage se mordió el labio y agarró el pene erecto de Jonas y lo masturbó.

—Para —dijo Jonas contra sus labios—. No tengo lubricante.

—Yo sí. —Sage buscó en el pantalón y se lo entregó.

Jonas enarcó una ceja.

—¿Tan seguro estabas de que iba a ceder?

—No, pero si lo hacías debía estar preparado.

Oyeron el ruido constante del agua sobre la camioneta. La humedad de sus cuerpos se mezclaba con la del ambiente.

Jonas se lanzó sobre el hombre deseoso, quien abrió las piernas y gimió despacio de alivio y deseo.

—Te he extrañado tanto —musitó en su oído mientras las manos recorrían la espalda fuerte.

Jonas tomó ambos penes en la mano y comenzó a masturbarlos. Sus lenguas jugaban. Entretanto, abajo la diversión se tornaba más intensa. Sage amasó las nalgas de su amante, por lo que Jonas comenzó a reír nervioso.

—Hombre, me estás asustando.

—No deberías —contestó con seducción—. Sabes lo que provocas en mí a cada momento.

Jonas le apretó el pene y Sage gimió como a su amante le encantaba. Eso fue todo lo que el arquitecto pudo aguantar frente a su amor de toda la vida. Lo giró en el asiento, apretó ese lindo culo respingón y le dio una nalgada. Sage aulló. Ardía, pero le encantaba. Lo próximo fue que los dedos de Jonas estaban lubricados y uno a uno entraban en su interior.

Sage se recostó y cerró los ojos. Jonas volvió a nalguearlo.

—Si piensas que vas a estar ahí como un flojo, estás equivocado, cariño.

Jonas D. E Libro 2 (Romance gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora