«La maldad que nos circunda no tiene límites, y tarde o temprano, si te quedabas, iba a alcanzarte. Por ello, ahora que escribo mi última voluntad en este papel, te pido que vuelvas. Te pido que tomes lo que te pertenece y entierres el pasado de una vez por todas. Te ruego que vendas la propiedad y no regresas jamás a un lugar que no tiene nada bueno para ti. Así como una vez te ordené que te marcharas, hoy te imploro que no pretendas regresar sobre pasos perdidos. No busques amor donde solo hubo odio. No intentes forjar tu destino en un lugar indeseable».
Sage escuchó el testamento y firmó la transferencia de los escasos bienes. Dejó la lapicera sobre el papel y se hizo hacia atrás para descansar su espalda por completo en la silla. Soltó un suspiro profundo.
—¿Estás bien? —preguntó Louis, el cual tenía unas ojeras que le llegaban al ombligo.
—Siento como si tuviera una gran resaca.
—¡Qué casualidad! ¡Yo siento lo mismo! —ironizó.
Al cabo de una hora, salieron del estudio.
Su amigo Sage estaba de vuelta, y Louis se sentía feliz porque en todos esos años, aunque no lo reconociera, no había encontrado a alguien que lo entendiera como él.
Salieron de la oficina y se dirigieron al estudio de arquitectura de Jonas, que quedaba a solo cinco cuadras de donde estaban.
—¿Qué te pasa?
—Nada, me siento raro. —Sage miraba cada espacio y se sentía tan feliz pese a todo lo malo que le estaba ocurriendo.
—Raro suena mejor que triste, así que vamos bien. —Louis lo abrazó y apuraron el paso.
La fachada del edificio en donde Jonas tenía su oficina era magnífico. Una combinación entre lo colonial y los tintes contemporáneos. Se detuvieron en la puerta.
—Se parece a Jonas.
—¿Disculpa?
—La combinación entre dulce y nostálgico. Elegante y misterioso a la vez.
—Vaya, ¿de pronto eres arquitecto?
—No, solo reconozco la esencia de mi amigo en el lugar de trabajo, al menos el que yo conocía.
Louis sonrió y ambos ingresaron al lugar.
Se dirigieron al segundo piso, donde estaban las oficinas. Allí los recibió su secretaria.
—Lo lamento, el señor Carradine no se encuentra. Esta semana no vendrá por aquí.
—¿Está enfermo o algo? —indagó Louis.
—No, usa la primer semana del mes para meditar.
—¿Meditar? ¡Qué divertido!—satirizó Louis para variar, y Sage le tocó el brazo.
—Escucha, mi nombre es Sage Williams. Soy un viejo amigo de Jonas, y no lo he visto en quince años. Si pudieras llamarlo y decirle...
La chica sonrió con timidez.
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Jonas D. E Libro 2 (Romance gay +18)
RomanceHace diez años que Sage no vuelve a su pueblo natal. Después de todo, nadie regresa al lugar donde le rompieron el alma. Fausto Carradine fue su gran amor de juventud, uno que lo humilló y lo dejó cuando más lo necesitaba. Sin embargo, hay personas...