Hay cosas que hasta el día de hoy me llenan de interrogantes, lagunas profundas en mi mente, las cuales intento drenar, pero resulta imposible. Nadie escapa de su pasado, lo aceptas o lo ignoras. Aceptarlo, en mi caso, nunca fue una opción.
Aceptarlo significaba que estaba preparado para avanzar y superarlo, y soy incapaz de hacerlo. Nunca entendí el motivo por el que mi madre se enojó sin razón esa noche o el motivo por el cual ignoró mi tremendo dolor después del rompimiento con Fausto, quien me botó a la basura como si se tratara de un juguete inservible.
Mamá me envió a la cama sin cenar esa noche. Papá no había llegado a casa todavía. Mi estómago gruñó, pero lo ignoré. Tenía un dolor mayor con el que lidiar en ese momento. Mis ojos se cerraron cerca de las dos de la mañana. Sé que tuve una pesadilla, pero no la recuerdo. Sentí la calidez de un beso en la frente que me despertó. La luna estaba en lo alto y daba luz a toda la propiedad. Tenía sed, por lo que caminé hacia la cocina y encontré a mi madre sentada al lado de la mesa. Cubría su rostro y lloraba con desconsuelo. Mi madre era una mujer muy fuerte. Jamás la había visto llorar de ese modo.
—¿Mamá? —pregunté sin entender qué pasaba, y ella se paró como un resorte. Había angustia, pero otro emoción también surcaba su rostro. Era miedo.
—Sage. —Abrió los brazos, y yo corrí hacia ella. Fue cuando mamá cayó de rodillas al suelo. La sostuve entre mis brazos e intenté ponerla de pie. Fue imposible.
—Mamá, háblame.
—Tu padre se suicidó.
Mi alma se congeló en ese instante.
—¿Qué?
—Se ahorcó. —Su voz fue un susurro—. Lo encontraron en uno de los árboles cerca de la mansión Carradine.
Negué una y otra vez. Un tonto ser humano que quería esquivar su destino cuando el maldito ya me había agarrado del brazo con fuerza.
—No puede ser. —Todavía estaba en shock—. Papá no...
—Debes irte.
—¿Irme?
Ella acarició mi rostro. El suyo estaba bañado en lágrimas. Necesitaba corroborar que esto era una pesadilla.
—Sí, ahora mismo.
—¿A dónde? No, quiero ver a papá.
—No hay tiempo.
—No me voy a ir a ningún lado. ¡Quiero ver a mi papá!
—¡No puedes! —Me sujetó del rostro y gritó con todas sus fuerzas, con la angustia que le carcomía la médula.
—Mamá, por favor. —Empecé a llorar.
No entendía. No quería irme.
—¿Me amas?
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Jonas D. E Libro 2 (Romance gay +18)
RomanceHace diez años que Sage no vuelve a su pueblo natal. Después de todo, nadie regresa al lugar donde le rompieron el alma. Fausto Carradine fue su gran amor de juventud, uno que lo humilló y lo dejó cuando más lo necesitaba. Sin embargo, hay personas...