🔥CAPITULO 16🔥

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EDITADO.

💔<<{Gianluca}>>💔

Cuelga el suero de un gancho que cae del techo, va hacia la pared a agarrar una pinza, una navaja y vuelve a pararse frente a la mujer.

Arlene: Vamos a arreglar primero el tema del beso que le diste frente a mis ojos, y como también fuiste capaz de gritarme, hacemos dos por uno, te bajo los dientes y te corto la lengua.

Chiara: ¡No! ¡No! Perdón, por favor, no le vuelvo a hablar, ni a ver.

Apoco cree que eso la va a saciar.

Arlene: No mames, si igual cuando salgas de aquí no vas a poder hacerlo, aparte él debió haberte dicho que me gusta coleccionar dientes.

Le abre la boca y la escanea.

<<Los tuyos están bonitos, podría bañarlos en oro y ponerlos en el cuello de Bao para que aprenda.>>

Chiara: Por favor.

Llora.

Arlene: ¡Maldita sea, odio escucharte llorar! —le clava la navaja en el muslo y lo retuerce haciéndola gritar— Así, grita así, vuelve a gritarme puta como lo hiciste hoy, dale.

<<Tus insultos me valen mierda, la neta, pero solo mis padres tienen permitido gritarme y hasta se miden a veces.>>

Saca la navaja del muslo y se sube a horcajadas en la sangre.

Arlene: Maverick, cariño, puedes venir aquí con esa fuente, no quiero perder los dientes.

Enzo: Claro llamita.

Va a pararse a su lado, ella empieza a sacarle los dientes uno por uno con la pinza, los gritos inundan el granero, cierro los ojos cuando siento que me aturde e intento masajear mis oídos.

Es algo que me pasa siempre.

¿Qué tiene en la garganta que grita tanto?

Cuando terminó de sacarle las muelas también, le costó un poco más, pero sin tener ningún cuidado se las saco.

Enzo deja la fuente en la mesa donde están las herramientas y vuelve a nuestro lado con una tienda de campaña en sus pantalones.

Parpadeo varias veces intentando cesar el dolor de cabeza por los gritos que sigue soltando, joder, ¿Tiene un megáfono?

Stepan: ¿No trajiste tus auriculares con cancelación de ruido?

Gianluca: Sí pero disfruto de un buen dolor de cabeza.

Idiota.

Arlene: Ya te lo soluciono corazón, ven Nat.

Va hacia ella y le dice que le mantenga abierta la boca mientras ella corta su lengua, la sangre brota de su boca cuando la saca, ya no grita, pero todavía emite algunos sonidos desde su garganta.

Gianluca: Gracias.

Arlene: Para lo que me necesiten, siempre.

Vuelve a la mesa de herramientas y agarra unas cosas.

Repito su frase en mi cabeza, es la misma que siempre dice cuando nos ayuda, la he escuchado decírsela a Enzo y los mellizos estas semanas y estoy seguro de que se la ha dicho a los otros en algún momento.

Nunca falta el siempre, ¿Qué tan segura es esa palabra? Nunca veo hacia adelante en mi vida, me levanto todos los días feliz por levantarme, me acuesto despidiéndome de los que amo.

Algo que tomé como hábito desde que esperaba el trasplante y que sigo manteniendo por qué no puedo saber si este fallara en algún momento.

Pero cuando esa simple palabra sale de su boca, me hace creer en que puedo vivir más allá de lo que yo pienso.

Arlene: Sal de tu cabeza, corazón, te estoy llamando.

Voy hacia ella, no sé qué quiere, no escuché lo que dijo.

<<Sabes si salieras de tu cabeza y escucharás alguna vez a fondo, sabrías que tienes una vida y puedes vivirla hasta que se te ocurra querer morirte, yo nunca dejaría que esto.>>

Toca mi pecho, dónde está la cicatriz de la operación.

<<Deje de bombear, si el de la estúpida deja de funcionar, y lo hará, tengo tres más reservados para ti, y si no fuera así, mató a uno que lo tenga, una muerte más, una muerte menos, sal de tu cabeza.>>

Gianluca: Tú también te la pasas allí.

Arlene: No mames, yo si tengo con quien hablar.

Me río, qué humor de mierda que tiene.

<<Ya vamos, a lo que vinimos, que al final todos ustedes me resultaron unos sentimentales de mierda, sostén su mano, quiero cortarle los dedos, pero no se queda quieta.>>

Parece una niña chiquita cuando sé queja así.

Agarró la mano de la mujer, está llena de sangre al querer tocarse la boca.

Gianluca: ¿Córtale la mano de una, mejor, no?

Me sonríe.

Arlene: Se la voy a llevar a mis pirañas.

Festeja.

Corre a agarrar el serrucho, porque había elegido una tijera de esas que cortan caños y empieza.

La mujer está temblando de dolor y ya estaría sufriendo un paro cardíaco si no fuese por el suero.

Sangre y cachitos diminutos de carne y hueso caen, hasta que la mano se suelta, al fin, de su cuerpo.

Hace lo mismo con la otra y colocó ambas en un pequeño bolso que había aquí.

Hay olor metálico en todo el granero, la persona que entra aquí y no está acostumbrada al olor, ahora estaría vomitando.

Se escucha el sonido de un chorro de agua cayendo al suelo, y miramos a la mujer, se orinó, y como.

Es entendible, ver a Arlene ponerse una máscara protectora y agarrar la sierra eléctrica no le pronostica nada bueno.

Se levanta la máscara para mirarnos y nos sonríe.

Está disfrutando mucho.

Nathan: ¿Por qué no usaste esa con las manos, es más rápido?

Arlene: Porque a mí me gusta el trabajo manual, cariño.

Le guiña un ojo y le señala la polla.

El estúpido ha quedado con la mandíbula caída, podrían entrarle moscas y hay muchas alrededor de la mujer.

Pero si quiero saber de esos trabajos manuales de los que habla, pienso en la rapidez con la que la vi guanteando esta mañana, me destrozaría la polla.

No me negaría a comprobarlo.

Arlene. 7°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora