🔥CAPITULO 42🔥

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EDITADO.

3 meses después...

🌶️<<{Aiden}>>🌶️

Japón, último lugar en el que estaremos antes de regresar a Sicilia en una semana más.

Nuestra mujer ya tiene 7 meses de embarazo y su pancita, desgraciadamente, sigue siendo pequeña para un embarazo múltiple como el de ella.

Y aunque los bebés están todos bien, nos hubiera encantado que su panza saliera, mucho más grande que la que tiene.

Gian nos explicó que depende del cuerpo de la mujer o algo así, no sé, estaba enojado, quería una panza enorme y tener muchas fotos de ella.

Se vería inmensamente hermosa con su panza, aunque igual con la pancita que tiene se ve radiante y preciosa.

Ahora estamos en un centro comercial, eligiendo más ropa para comprarle a los bebés, biberones, chupetes y esas cosas.

Menos la cuna, eso lo haríamos en Sicilia, pero por internet.

Aiden: Mira rojita.

Le muestro mamelucos de animales de distintos colores para los trillizos.

Arlene: Me encantan, tesoro, llévalos.

Empleada: ¿Primerizos?

Nos pregunta con una sonrisa en el rostro.

Asiento, mi mujer sigue mirando ropa, sin darle importancia, como normalmente hace con las personas a su alrededor.

Mikhail: Mira fosforito, para las gemelas.

Le muestra un body vestido, menos mal que era el celosito.

Arlene: Llévale de distintos colores, ¿uno rojo tal vez?

Enzo: Mejor un lila, ¿No?

Nathan: Compremos de todos los colores hermano.

Una risita nos hace girar la cabeza.

Que no sea la mujer.

Que no sea la mujer.

Puta madre que no sea, mi rojita ha estado tranquila todo el día y no es algo que pase siempre.

Arlene: ¿Hay algo que le cause gracia?

Le pregunta a la empleada.

Por supuesto que no le interesa saber, pero le jodió que se riera de algo que ella no estaba incluida.

Empleada: Los tíos de las bebés, son muy babosos, siempre quise alguien así para padre de mis hijos.

Mi rojita sonríe en grande.

Quilombo en puerta.

Y no puede, los bebés...

Aiden: Rojita.

Le advierto.

Gianluca: Pequeña antorcha, elegiste los biberones —Ella niega— entonces llevemos de todos, mejor que sobren y no que falten.

Aleksander: Yo quiero regalarles armas.

Empleada: Oh, niño, la sección de juguetes está al otro lado, a la izquierda, los recién nacidos no pueden usar juguetes duros aún, te recomiendo peluches.

Él le ladea la cabeza a la mujer.

No hablaba de juguetes, por supuesto que no, armas reales.

Aleksander: ¿Me llamaste niño?

Tapo mi risa con tos, ¿Cómo quiere que le digan? ¿Adolescente? No le queda, si parece un poco más grande para su edad, pero no mames, tampoco hay que exagerar.

Arlene: Alek, yo te ayudo a elegir las armas.

Todo el quilombo se dispersa cuando el hermano se la lleva a mostrarle una ropita para las gemelas.

¿Por qué será que eligen todo a juego? El mismo diseño distinto color.

Nosotros no nos vestimos así, no tenemos el mismo estilo, a Nathan le gustan más los jeans o trajes, a mí los Joggers y cargos.

Empleada: ¿Puedo ayudarlo en algo?

Le pregunta a mi mellizo la mujer.

Nathan: Sí, podría decirme si tiene de este en negro, azul y verde.

Le enseña unos bodys.

No me gusta lo que está haciendo esta mujer, no lo mira como a mí cuando me vio con la rojita, lo ve con hambre.

Empleada: Tendría que fijarme en el depósito —Nat asiente— ¿Me quiere acompañar?

Nathan: ¿Por qué haría eso? Es tu trabajo, no el mío.

Empleada: Usted es mucho más alto y fuerte, podría necesitar ayuda.

Aleksander: Yo la ayudo.

Le sonríe, la misma sonrisa que tenía su hermana hoy cuando le dijo lo de los padres para sus hijos.

Empleada: No llegarías.

Aleksander: Si lo haré, vamos, vamos.

La empuja hasta el depósito.

Sospechoso.

Miro a mi rojita y está le sonríe a la puerta del depósito, por dónde desaparecieron ambos.

Me acerco a su espalda y la abrazo.

Aiden: Nat no hizo nada rojita.

Arlene: Lo sé, ¿Terminaron de elegir?

Aiden: Le preguntó a los otros, espérame.

Voy hacia mi hermano Mikhail y me dice que puso todo lo que quería en los canastos, lo mismo con todo el resto, menos Nathan.

Aiden: ¿Qué te pasa?

Nathan: En serio quería esos bodys en esos colores.

Aiden: Ve a buscarlos.

Nathan: No, ya está, vamos.

Nos juntamos todos con nuestra esposa y los 6 canastos de cosas para bebés.

Eric: ¿Y la empleada? ¿No vamos a pagar?

Arlene: No hace falta, es mía la tienda.

Aleksander sale de atrás con una sonrisa y muchas perchas en las manos.

Aleksander: Toma.

Le da a Nathan los bodys que él quería y este sonríe.

Arlene: ¿Trajiste lo que pedí?

Aleksander: Sí, los elegí yo.

Trajo varios vestidos en talle grande, muy grande para ser de bebés y varios conjuntos deportivos en el mismo talle.

Stepan: ¿No es grande para las gemelas, frutillita?

Arlene: Es para la Principessa.

Oh, claro, da justo la medida y por eso serían los conjuntos deportivos, la va a empezar a entrenar cuando volvamos o algo así.

Gianluca: ¿La empleada?

Aleksander: No la he visto, ¿Tú sí?

Ninguno se dio cuenta como mi mujer la hizo desaparecer por coquetearle a Nathan.

Arlene: Vamos, hay que preparar las cosas para cuando volvamos a Sicilia.

Ya lo quiero hacer, extraño a la familia.

Incluso extraño a mis suegros y eso ya es mucho.

Arlene. 7°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora