Jinete de dragón

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El primer rey fue el último jinete de dragón que se conoce, forma parte de la leyenda y del misticismo de la familia real. Buena cuenta de ello hace el escudo de la casa real, mostrando un dragón de perfil a dos patas y con las alas desplegadas.

Sería lógico pensar que, si en algún momento volviera a aparecer un dragón, su jinete pertenecería a esta familia. Sin embargo, el nacimiento de un niño omega en una de las cuatro grandes familias nobles del reino sorprendió a todo el país. Un niño con la marca del dragón en su pecho, un dragón que apareció en plena noche.

Dos semanas después del nacimiento de Ryo, todo el país conocía la noticia. La confusión hizo presa a todas las familias nobles de la nación. ¿Cómo era posible? ¿Un jinete de dragón que no pertenecía a la familia real?

Después de tanto tiempo esperando, ¿significaba eso que cualquiera podía dar a luz a un jinete?

A medida que iban pasando las semanas, otro rumor se extendió como la pólvora. El niño era un omega, quien lograra emparejarse con él, podría hacerle frente a la familia real y reclamar el trono.

Los sectores contrarios a la corona vieron esto como una oportunidad única para sus intereses.

Cientos de cartas llegaron a las manos de Lord Isas y Lord Kane, pidiendo la mano de su único hijo para emparejarlo con otros alfas nobles.

Contratos de emparejamiento desde la cuna, ofertas con una recompensa como incentivo, como si estuvieran pagando por un animal. Lord Isas entró en cólera. Rechazando aquellas ofertas con gran rabia y dejando claro que su hijo no era ninguna mercancía.

Lord Kane se recluyó del mundo, queriendo proteger a su pequeño bebé de todo mal, no quiso separarse de él en ningún momento.

Hasta que por fin ocurrió.

Una mañana, cuatro meses después del nacimiento de Ryo, un mensajero real llegó a la aldea. En sus manos, una misiva con el sello de la casa real.

Los reyes, en aquella carta, les felicitaban por su recién formada familia. Sin embargo, lo más importante era que les brindaban protección, a cambio de que su hijo, en un futuro, se convirtiera en caballero para la familia real.

Ambos Lores quedaron sorprendidos. La familia real les garantizaba una protección exclusiva, mientras que su hijo cumpliera con una educación para convertirse en caballero de la familia real.

Lord Isas quedó satisfecho. Él mismo había combatido junto al rey en varias contiendas y habían llegado a forjar una buena amistad.

Su majestad conocía el carácter del Lord y sabía perfectamente que no accedería a ningún contrato matrimonial.

Lord Isas redactó y envió una misiva con su aprobación y en pocos días, la noticia se hizo pública.

El rey protegía al jinete del dragón.

17 años después

Lord Kane respiró hondo relajado, con un grueso libro entre sus manos. El crepitar de la chimenea, el olor a madera quemada y la tenue luz de las llamas acompañaban su estado de ánimo. Una fría tarde de otoño, tranquila y silenciosa. Cerró los ojos un instante, teniendo muy presente la tormenta que se acercaba por el horizonte.

—¡Nunca me habían insultado así en mi vida!— Lord Andrew salió de la estancia contigua, su rostro rojo de furia y vergüenza. ¿Cuántos días les había honrado aquel Lord con su presencia? ¿Uno? ¿Tal vez dos?

Era un nuevo récord para su hijo.

Lord Kane respiró hondo de nuevo, invocando toda la paciencia de su ser. Pero en cuanto hizo ademán de levantarse, notó la presencia de la fuerte mano de su marido sobre su hombro.

La Marca del Dragón  {omegaverse}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora