Jeg ønsker deg lykke

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Un apretón de manos firme y comprometido con las miradas fijas en los ojos del otro cerró aquella reunión privada entre Solomon y Lord Isas de Snødeckhus.

El norte estaba preparado para el escenario ya más que real de una guerra en el continente. La tensión y las confabulaciones entre ambos reinos habían llevado la situación de tensión política hasta su límite. La pérdida de una de las islas del Sur era un golpe duro para Aetrias, sin embargo, seguía limitando el conflicto a un campo de batalla fuera de tierra firme. Se acercaba el momento, Solomon casi podía olerlo.

Uno de los dos reinos propiciaría una situación difícil daría un paso que no podría deshacer y el conflicto estallaría.

Lord isas contaba con la confirmación de todas las ciudades del norte que le juraban lealtad. El Norte era un bastión armado hasta los dientes y dirigido por soldados que no le temen a la muerte.

Solomon tenía plena confianza en la victoria de Lord Isas frente a cualquier peligro, sin embargo, no podía evitar mirarle diferente aquella vez. Pues no solo era un Lord a su disposición. Aunque él no lo supiera, Lord Isas, se estaba reuniendo con el futuro marido de su hijo.

Solomon nunca se perdonaría si algo le pasaba a Lord Isas bajo sus órdenes. No podía hacerle ese daño a Ryo, aunque no pudiera asegurar que no fuera a ocurrir.

Aquella reunión había puesto demasiadas cosas sobre la mesa y en su mente. Debía saber perfectamente con quién hablar de qué asunto. Le dolía no poder compartir aquella información con Ryo de momento. Aunque en algunos aspectos, lo prefería, no deseaba que el jinete viviera en un constante estado de tensión y sospecha, para ello le habían entrenado a él como príncipe desde la cuna.

Durante la reunión con Lord Isas hubo un tema del que deseó haber hablado, pero no tuvo ocasión de abordarlo. Los pretendientes que Ryo había recibido antes de su llegada, y entre ellos, Lord Andrew. El Lord del Sur seguía en sus pensamientos como un sospechoso importante de ser la llamada «culebra». Su padre ya había mandado una misiva a la gran casa del Sur con instrucciones para solo ser leída por el Lord. En ella, la solicitud de confirmación del propósito de su hijo menor a Lord Lendigar.

Sin embargo, otro asunto le esperaba al salir de aquella reunión. Uno que no se esperaba. Lord Isas y él abandonaron el despacho con la firme intención de que, los temas tratados allí dentro, no traspasaran aquella puerta hasta el momento adecuado.

— Su majestad, le recomiendo descansar antes del evento de esta noche. — Le dijo Lord Isas con un gesto más relajado sobre su rostro del que había tenido durante toda la reunión. — Ya le he entretenido bastante y seguro que el viaje ha sido cansado.

Solomon asintió con un movimiento de su cabeza. No le vendría mal tumbarse un rato sobre la cama, aunque no se llegara a dormir. Sin embargo, no iba a tener momento para ello, pues, tras despedirse de Lord Isas y emprender su paso hacia las escaleras para ascender a la zona de las alcobas, una voz familiar llamó su atención. Una que no parecía de muy buen humor.

— Joven Lord, mi labor es la de acompañaros en todo momento durante este viaje. — Escuchó la voz de Ulla al final de las escaleras que llevaban al piso de abajo, justo al lado de las escaleras que le conducirían al piso de arriba.

— Ha sido un error irme sin avisar, lo siento. — Escuchó la voz de Ryo intentando justificarse. — Pero Ulla, aquí estoy en mi hogar, mis amigos de la infancia no representan ningún peligro.

Solomon dejó salir una larga y cansada exhalación, no iba a poder descansar, sus pasos rectificaron la trayectoria y en lugar de subir escalones, comenzaron a bajarlos. Con cada peldaño, vislumbrando el grupo que le esperaba al pie de la escalera, Ulla, Elias y Ryo.

La Marca del Dragón  {omegaverse}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora