Palabras del Norte

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La puerta del despacho se abrió para revelar, en su interior al Príncipe Solomon en pie frente a su escritorio, su indumentaria relajada, su casaca con tres botones desabrochados, revelaba la blusa negra bajo esta, sus brazos cruzados sobre su pecho en una actitud tranquila, nada de en su presencia reflejaba la agresividad y tiranía que había mostrado los últimos días. Parecía que Solomon volvía a ser Solomon. Después de todo, llevaban seis días sin verse, mucho había podido ocurrir desde entonces.

A su lado, con las manos a su espalda, el Joven Ryo, vestido con el uniforme de la academia militar. Expresión serena en su rostro, tranquilo, como nunca antes le habían visto.

Tristan entró el primero, sus amigos le habían informado de lo sucedido con Simon y, aunque le hubiera encantado estar allí para presenciarlo, no tenía muy claro cuál hubiera sido su reacción. Ahora, seis días después, ambos protagonistas de aquella delicada situación les llamaban a ellos y solo a ellos para hablar en privado.

Simon cedió el paso a Luke. El Alfa miraba a su marido como si monitorizara cada uno de sus movimientos y se quedaba a su lado para cualquier petición. Luke entró con una mano sobre la curva de su vientre, visiblemente cansado del peso que día a día se añadía a su cuerpo. Simon cerró la puerta después de entrar y se posicionó junto a Luke, con una mano sobre la espalda de su marido.

Sus ojos oscuros dirigidos a los azules de Solomon.

— Ahora que estamos todos. — Comenzó Solomon. — Ryo y yo os hemos reunido aquí para deciros algo importante.

Simon ya no sabía qué pensar. Si les habían reunido allí para darle la noticia de que renegaba de su vínculo, podrían haberlo hecho por carta. Ya no quería saber nada más de aquel asunto.

El silencio se hizo en la habitación, ninguno de los invitados se dignó a emitir una palabra. Esperando a la justificación del príncipe por su llamada, demasiado se habían entrometido en aquel asunto a la espera de una solución adulta que no había llegado a florecer.

Pero entonces, para sorpresa de los tres, algo sucedió que les dejó sin palabras, sin pensamientos en su mente. Solomon y Ryo compartieron una mirada. Una pequeña sonrisa surgió en sus labios. La mano de Ryo salió de detrás de su espalda y Solomon deshizo el cruce de sus brazos para tomar la mano de Ryo. Ambos miraron hacia abajo por un instante para después volver a compartir una mirada, sus sonrisas se ensancharon al instante.

Los tres invitados no podían creer lo que estaban viendo. Por fin. Aquel gesto, Solomon y Ryo cogiéndose de la mano, llenó la habitación de una súbita paz y alegría. Tristan abrió sus ojos plateados hasta el extremo que parecía que se iban a salir de sus cuencas.

Simon no pudo retener una sonrisa de alivio, como si un peso se desanclara de su pecho. Luke fue el primero en reaccionar. con dos grandes zancadas se acercó a Ryo y le envolvió entre sus brazos.

— ¡Felicidades! — Anunció.

Ryo separó su mano de la de Solomon para corresponder al abrazo de su amigo. Con sumo cuidado posó ambas manos sobre la espalda de Luke con cuidado y encorvandose para no apretar su vientre, cuya curva se posaba sobre su cuerpo, recordándole que Luke era más grande ahora.

Simon soltó un bufido y ladeó su sonrisa, al final su regañina le había hecho entrar en razón. Aún tenía el corte en su labio, rodeado de una mancha de hematoma que le recordaba lo ocurrido.

— Ya era hora. — Se burló hacia Solomon, quien pestañeó lentamente e inclinó levemente su cabeza, le daba la razón.

Los ojos azules del príncipe se dirigieron entonces hacia Tristan. El capitán de la guardia de la ciudad había inclinado su cuerpo en una reverencia. Pero no hacia Solomon, sino hacia Ryo. Simon siguió la mirada de Solomon y detuvo sus ojos sobre Tristan. Asintió levemente con la cabeza y se giró hacia el jinete para imitar el gesto de su amigo.

La Marca del Dragón  {omegaverse}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora