Una aparición Real

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Adiós a la mañana tranquila. Y solo habían hecho falta dos palabras "mensajero real". Por un momento, Lord Isas valoró no despertar a su marido, sin embargo, sabía que si no lo hacía, Kane se molestaría con él después.

Kane no se había vestido tan rápidamente desde la primera vez que pasaron la noche juntos. Aunque la primera vez no fue ni siquiera una noche, fueron unas horas, en unos establos para la guardia de la ciudad durante una de las visitas de Lord Isas a La Capital. Seis meses después estaban casados.

Todo un secreto para la sociedad mientras intentaban mostrar un cortejo cortés y educado. Pero la realidad era que, desde el momento en que cruzaron miradas por primera vez, supieron que estaban hechos el uno para el otro. Aquellos recuerdos eran un tesoro para Lord Isas.

No obstante algo le arrancó de aquel maravilloso recuerdo. El gesto en el rostro de su marido, lo conocía. Era la mueca de ansiedad que su marido solía tener en su ambiente recluido en las normas en La Capital.

—Isas, deja de fantasear y vístete.— le reprendió Kane mientras le tiraba su ropa a la cara.

El Lord bufó exasperado. Solo quería una mañana tranquila, en la cama y hacerle el amor a su marido hasta la hora de comer.

El mensajero real entró en la biblioteca donde Lord Isas y Lord Kane le esperaban, apropiadamente vestidos mientras desayunaban en una mesa pequeña de madera. El Lord omega sentado en una butaca y con sus piernas cubiertas por una manta, mientras el Lord Alfa se levantó de su butaca al entrar el mensajero.

El mensajero se adentró en la estancia y caminó recto como un palo hasta estar a un par de metros de distancia del Lord entonces taconeó con sus botas en el suelo antes de hacerle entrega de la misiva real con una inclinación de su cuerpo, en señal de respeto.

Lord Isas aceptó la misiva en silencio. El mensajero hizo de nuevo una reverencia y volvió a golpear los tacones de sus botas contra el suelo antes de abandonar la habitación.

"Y para esto hemos salido de la cama." Pensó el Lord mientras miraba como el mensajero real salía de la estancia.

—Nos gustaría que el mensajero real comiera bien y probara el vino antes de su viaje de vuelta.— Sonó la voz de su marido tras él.

El criado asintió e hizo una leve inclinación antes de abandonar la estancia tras el mensajero.

Lord Isas se giró hacia su marido con una tierna sonrisa y la misiva real entre manos.

—Mi marido, el que consigue que esta familia siga teniendo reconocimiento social mientras los demás corremos por las montañas como salvajes.

Lord Kane soltó una risita con sus mejillas ruborizadas. No necesitaban comportarse de ninguna manera decorosa, en realidad. La casa del norte había ganado su posición por su valentía y dureza. Sus soldados bien entrenados y su lealtad a la corona. Su historia era la más antigua de las cuatro casas. Pues hubo un tiempo en el que el norte era un reino independiente. Lleno de misticismo, donde se decía que habitaban los dioses antiguos y la magia susurraba a la tierra. Todo mitos y leyendas.
Su marido volvió a su butaca frente a él y desvió la mirada hacia la misiva con el lacre real en el sello.

Lord Kane extendió una mano para posarla sobre la de su marido.

—Sea lo que fuere que ponga en esa carta.— le dijo a Isas con un tono de voz dulce y cómplice.— Estamos preparados para ello.

Isas miró a su marido y asintió en silencio. Sus manos rompieron el lacre de la carta para abrirla. Era del rey, directa a Lord Isas. En pocas palabras, avisaba de la llegada de su hijo, el príncipe y su intención de conocer al que iba a convertirse en su alumno, Ryo.

La Marca del Dragón  {omegaverse}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora