Canciones y sagas de un destino sellado

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Dos tumbas.
Dos pequeñas tumbas bajo la del abuelo alfa. Dos pequeñas tumbas en la pared con los mismos nombres del abuelo alfa y el abuelo omega. Dos tumbas pequeñas arropadas por generaciones y generaciones de nobles del norte.
El ambiente oscuro y húmedo de la cripta familiar, únicamente iluminada por las antorchas, le ofrecían un sentimiento de intimidad y paz.
Allí, frente a las tumbas de sus dos hijos no natos, Lord Kane meditaba sobre el destino de su tercer hijo, el único al que había conseguido dar a luz con vida. Y tras el cual ya no podía tener más hijos.
En su mano derecha la carta recibida aquella misma mañana desde La Capital, firmada por su hermano mayor.
Sus ojos, fijos en las tumbas de sus dos primeros hijos, su mente, muy lejos de allí.
Les habían nombrado como a sus abuelos del norte, para que tras su muerte, los niños fueran identificados por sus familiares y llevados al  Folkvangr . Isas y él habían sufrido mucho durante aquella época. Y cuando Kane supo que estaba embarazado de Ryo, el pánico le invadió. Pensando que iba a suceder de nuevo, que el fruto de su vientre no estaba destinado a vivir. Que su cuerpo sólo albergaba la muerte.
Pero no fue así. Isas lo trató como si estuviera hecho del más fino cristal durante aquel tercer embarazo y todo parecía ir perfectamente, hasta que se adelantó el parto. La noche más terroríficamente de sus vidas.
La noche en la que rogó a los dioses de los elementos y a los antiguos dioses nórdicos que, si tenían que llevarse a alguien fuera a él, no a su hijo.
Afortunadamente ambos sobrevivieron. No obstante, Kane tuvo que pagar muy caro por aquella vida que había traído al mundo. Y parecía que aún no había terminado de pagar aquel favor a los dioses. Su hijo estaba en el punto de mira de todas las casas nobles. Destinado a servir al rey como caballero ante una inminente guerra continental.
Estaba tan absorto en sus pensamientos que no oyó los pasos de su marido tras él. Lord Isas entró en la cripta familiar, con un farol y una gruesa capa de piel de zorro. Dejó el farol en el suelo y se acercó por las espaldas para cubrir a su marido con la gruesa capa.
Lo envolvió entre pieles y lo abrazó desde su posición depositando al mismo tiempo, un beso sobre su cabello oscuro.
Lord Kane cerró los ojos y respiró hondo dejando que el calor de aquel abrazo le reconfortase. Isas era su apoyo.
Lord Isas recitó un rezo en lengua antigua por las almas de sus hijos no natos. Kane se dio la vuelta para corresponder al abrazo de su marido y apoyar su rostro sobre el pecho del alfa.
—Todo saldrá bien, mi luz.—le habló el alfa en voz baja. —No dejaré que le pase nada.

Lord Kane respiró hondo antes de separarse lentamente del abrazo de su alfa y alzó la mano que portaba la misiva para enseñársela.

—Tengo respuesta, aunque sólo de Alexander.

Lord Isas arrugó el entrecejo ante tal falta de respeto. Aunque los hermanos y padres de su marido fueran una familia noble de La Capital, ellos eran unas de las grandes familias del reino. Muy por encima de ellos en la escala social. Se merecían un obligado respeto.
El gesto del Lord alfa se endureció frente a tal bochorno, quizás debería tener unas palabras con aquella familia noble después de tantos años.

—¿Y bien? —Le preguntó su marido tratando de contenerse. A lo que Lord Kane, desplegó de nuevo la misiva y se la leyó en voz alta a su alfa.

«Excelentísimo Lord Kane de Snødeckhus,
Le traslado mi más sincero agradecimiento por la invitación recibida por mi parte y por la de mis dos hermanos. Le agradezco, también, que haya pensado en la frágil salud de nuestros padres al no extender su invitación hacia ellos.
»

—Sí, claro, por que esa es la razón por la que no has mandado invitación a esas dos víboras.— Resopló el Lord alfa.

Lord Kane levantó la mirada de la carta para mirar a su marido con un encogimiento de hombros. Su hermano mayor intentaba ser dialogante. Extraño en él, tras haberle ignorado a él y al maltrato sufrido por parte de sus otros dos hermanos y sus padres. Alexander nunca le había pegado, como los otros, pero había dejado clara su indiferencia hacia él desde su nacimiento. Kane era una mancha de vergüenza en una familia de alfas.

La Marca del Dragón  {omegaverse}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora