Frío bajo las estrellas

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La vuelta al castillo parecía durar más tiempo que la ida al Barranco del Soldado, aunque fuera el mismo camino que su majestad había recorrido. Ryo lo seguía montado sobre Kuro, quien sacudía la tierra a cada paso que daba. Si no fuera por el impacto de las garras del dragón sobre el suelo y el sonido de su propio caballo, el silencio le habría perforado los tímpanos.
Ryo, a su lado, miraba hacia el horizonte frente a ellos sin mediar palabra, con semblante inexpresivo. Solomon respiró hondo de manera silenciosa. Todo se había complicado. No podía dejar que el joven jinete comentara lo que había sucedido entre ellos con nadie de su entorno. No podía dejar que descubriera el significado de aquel cosquilleo. Aquel electrizante y placentero cosquilleo del que aún notaba rastro en su pecho.
Pero aquello solo podía darles problemas.
Si sus familias llegaban a conocer lo sucedido, el pacto entre ambas familia se modificaría. Su padre pasaría a considerar al joven Ryo como pretendiente para matrimonio de su hijo. Solomon tragó saliva al pensarlo. La posibilidad de que su padre ya hubiera pensado en una unión matrimonial con el jinete para su hijo, era sin duda una posibilidad. Sin embargo, si llegaba a descubrir que era su pareja predestinada, sería un cambio completo de sus planes.
Y si se cumplía aquel matrimonio, la vuelta de los jinetes a la familia real podría ser un desafío o una demostración agresiva hacia otros países.
Aquella posibilidad le daba escalofríos. Las relaciones comerciales con el reino vecino se habían "enfriado" durante los últimos dos años. Evitar la escalada a un conflicto militar era su prioridad.
Sus ojos se dirigieron discretamente de nuevo al jinete.
La luz de los últimos rayos de sol se reflejaba en su rostro. En su piel fina y blanquecina. Sus ojos brillantes como piedras de Ámbar. Su nariz recta y fina, sus labios rosados...se detuvo en aquel instante. No estaba allí para fijarse en él de aquella manera.
Se obligó a volver la vista de nuevo al horizonte. Trató de contaminar aquella imagen con alguna de otra conquista reciente. ¿Cuál había sido la última? Si... aquel chico rubio que había conocido de incógnito en una de las tabernas de la capital.
Si, le gustaba aquel lugar. Había frecuentado aquella taberna de los bajos fondos con dos de sus hombres de confianza, soldados con los que había combatido. Salían disfrazados, bebían, se involucraban en el torneo de boxeo que organizaba cada noche la taberna.
Una práctica del todo ilegal, aunque muchas veces se hacía oídos sordos y ojos ciegos a lo que ocurría en lugares así. Y después de un par de peleas, con el cuerpo sudoroso y alguna que otra magulladura, era momento de buscar entretenimiento para el resto de la noche. Algún joven o alguna joven que se sentara sobre sus muslos mientras él bebía su última copa, antes de encerrarse en una habitación y terminar de desahogarse.
Tenía ganas de volver a la capital.
Comportarse como un príncipe ejemplar durante tantas horas, era agotador.
—Su alteza.— Le llamó la atención la voz de Ryo. Solomon salió de su recuerdo para dirigirle la mirada al jinete.
—Dime.
El joven apretó los labios en una mueca pensativa, como si trataba de elegir las palabras apropiadas. Seguramente, el cómo explicar a sus padres que había aceptado el entrenamiento como caballero sin pasar por un matrimonio de conveniencia.
—No te preocupes.— le respondió él antes de que formulara la pregunta.— Lord Isas y Lord Kane aceptarán. Cumpliremos con el trato entre su majestad el Rey y los Lores. Si es necesario, me postularé como tu guardián.
El rostro de Ryo se sonrojó tan rápido que casi se mareó.
"Es un presumido." Sonó la voz del dragón en su cabeza.
—Cállate.—Le dijo al dragón en  voz alta y con nerviosismo en la voz. No entendía cómo estaba avergonzado por aquellas simples palabras.
Solomon tuvo que parpadear varias veces para salir de su asombro. ¿Le había mandado callar?
—¿Disculpa?
Los ojos de Ryo se encontraron con los de Solomon. El príncipe tuvo que contenerse para no acercarse más a él y mirarlo más de cerca. Aquel rostro sonrojado de ojos brillantes.
El jinete agitó las manos delante de él mientras balbuceaba que no se refería a él con aquellas palabras. Ryo aún notaba rastros de aquel cosquilleo en su pecho. Aunque no sabía lo que era, una parte de él había disfrutado con aquella sensación. Esa misma parte de su mente que había fantaseado con experimentarlo de nuevo. Pero para ello tendría que tocar la piel del príncipe, un alfa dominante. Y eso no le parecía buena idea. Aunque bien pensado, si su majestad hubiera querido usar su olor contra él ya lo habría hecho. Por lo que podría quedarse tranquilo. Al parecer, el príncipe no tenía ningún interés en él que no fuera el de cumplir con las órdenes del rey.
"Oh, se ha ofendido cuando ni siquiera hablabas con él." Volvió a oír la voz del dragón.
—¡Kuro!—Se quejó el jinete hacia el enorme dragón negro con una mancha blanca en sus escamas en forma de mano humana sobre su pecho.
El principe dirigió la mirada confundida hacia la criatura.
—Su alteza, me refería a Kuro. —Se excusó el jinete.
El príncipe Solomon abrió los ojos en una expresión de incredulidad.
—¿Puedes comunicarte con él?
Ryo asintió aún avergonzado por sus actos y alzó una mano para removerse el pelo en un gesto nervioso para despejarse.
"¿Acaso se cree que soy tu mascota?"
—Por supuesto que no lo eres.— Le respondió al dragón antes de dirigirse al príncipe de nuevo.—Kuro es mi hermano, su alteza. Ninguno está por encima del otro en importancia. Kuro es mi compañero, no es una herramienta ni una mascota.
Solomon miraba alternativamente al jinete y al dragón quien seguía su camino sin volver su rostro hacia ellos. No debía olvidar que aquel joven llamaba hermano a una bestia capaz de calcinar una ciudad en pocos segundos. Si Ryo decía que el dragón era como su hermano, así debía ser.
—Entiendo, sois un equipo.—Respiró hondo agotado de tantas emociones.— Pues os entrenaré como tal.
Por la expresión del jinete, parece ser que el dragón le respondió una última vez antes de volver al silencio.

La Marca del Dragón  {omegaverse}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora